El escenario de las Islas Filipinas en las crónicas y cuentos de Emilia Pardo Bazán.

María Luisa Pérez Bernardo
University of Dallas



Doña Emilia Pardo Bazán es sin lugar a dudas, una de las novelistas y cuentistas más relevantes del siglo XIX. Su curiosidad y laboriosidad le hicieron participar muy activamente en la vida cultural y literaria, sobre todo, en las facetas de escritora y crítica. Ella misma se consideraba partícipe del movimiento realista-naturalista de la época, identificando ambos términos con la realidad y la verdad, conceptos que permanecieron inalterables a lo largo de toda su producción creativa, sin producir ninguna evolución. Además de ser una de las mejores escritoras de toda nuestra historia literaria, fue en su tiempo una de las firmas más comunes en la prensa española, descubriendo en el periodismo una forma de vivir o, cuando menos, una manera de incrementar sus ingresos, a la vez que supuso un poderoso instrumento de influencia social. A partir de 1892, doña Emilia figura como una periodista asidua en revistas de toda índole: El Imparcial, El Liberal, Blanco y Negro, La Ilustración Artística y La Ilustración Española y Americana entre otras. Su presencia en la prensa periódica no se limita a artículos, sino que se ve enriquecida con la aportación de un gran número de cuentos. Toda esta producción cuentística y periodística se hace más fecunda en aquellos años que decrece su presencia en el campo de la novela. La escritora tanto en las crónicas como en sus cuentos siempre dejó su presencia, deslizando en ellos su posicionamiento ante determinados temas, sobre todo, cuando se refería a cuestiones políticas o de la patria. Pero es sobre todo a partir de 1896, cuando doña Emilia comenzó a mostrar en sus escritos una especial atención a lo que estaba ocurriendo políticamente tanto en España, como en el resto de sus menguadas colonias: Cuba, Puerto Rico y Filipinas.
....A través de este ensayo, pretendo sacar a la luz varios de los cuentos y crónicas escritos a partir de 18981, y que constituyen de forma especial, un índice de las preocupaciones políticas y sociales de Emilia Pardo Bazán. En concreto, me voy a centrar en varios artículos suyos que aparecieron en la revista La Ilustración Artística y dos cuentos inspirados en la guerra entre España y Estados Unidos, que tienen como telón de fondo las Islas Filipinas, uno de los últimos territorios que formaron parte del Imperio español. A través de estos se mostrará como la escritora arremete contra lo que ella denominaba “la prepotente e injusta nación norteamericana”, sale a relucir su vena patriótica, y revela a la vez, el descontento frente al ambiente político, cultural y social de España.


.1.Marisa Sotelo Vázquez comenta: “Hay que tener en cuenta, que desde el desastre del 98, la autora coruñesa, asidua colaboradora en diversos diarios y revistas, multiplica su actividad periodística y muchas de sus colaboraciones de última hora, sin abandonar sus intereses culturales, aparecen teñidas de un fervoroso, sincero y apasionado patriotismo, que se manifiesta desde muy distintos ángulos” (14).


Filipinas en los artículos periodísticos de Emilia Pardo Bazán.
....El año 1897 había sido nefasto para España, ya que a pesar de la campaña del general Polavieja en las Filipinas, de la toma de Cavite, y de la ejecución de José Rizal, las cosas no parecían seguir la línea esperada. Aún peor fue el comienzo de 1898, sobre todo, con la intervención de los Estados Unidos en la guerra, que originaría la pérdida del imperio colonial y la bancarrota económica y moral de España. El día 27 de febrero de este año, el comodoro George Dewey había recibido orden del presidente americano McKinley de tomar rumbo hacia Filipinas. De esta manera, la guerra iba a comenzar en Oriente, y es justamente en el Pacífico, donde primero se hizo realidad el conflicto armado2. Desde ese momento, el nombre de doña Emilia comienza a aparecer entre las firmas más asiduas de muchas ediciones periodísticas, convirtiendo sus crónicas en una diaria lección de cosas, en un comentario ingenioso pero instructivo del suceso del día. Pardo Bazán se consagró también a comentar la actualidad política, social y artística en los artículos que publicaba cada semana bajo el título de “La vida contemporánea” en La Ilustración Artística de Barcelona. Una selección de crónicas publicadas en esta revista entre 1896 y 1901 fueron recogidas por ella en el volumen XXIV de sus obras completas, con el título de Siglo a Siglo, y en ellas aborda, entre otros temas, los sucesos de 18983. Como bien comenta Pilar Faus, la generalización de la guerra colonial fue la que determinó una mayor inquietud y atención por parte de Emilia Pardo Bazán al conflicto bélico:

Probablemente, la escritora, como otros españoles acostumbrados a las insurrecciones cubanas, siempre finalizadas con el triunfo de España, creyó que se trataba de una nueva insurrección sin mayores consecuencias. La intervención de Filipinas y el apoyo prestado por los Estados Unidos a los insurrectos debió hacerle comprender la mayor gravedad de la conflagración actual y, en consecuencia, la mayor atención que se le debía prestar ( II, 133).

....Como previamente se indicó, doña Emilia se fue arrastrando sin duda, por el clima de fervor nacional en el que se contagió la sociedad española y de las penosísimas impresiones que en el curso de 1898 le fueron produciendo las noticias de las derrotas en Filipinas y en las Antillas. A partir de este año, el patriotismo será una constante en la obra de la escritora, si antes tenía motivos para trabajar, ahora la defensa de la nación será una causa que le incline con fervor a escribir artículos en diferentes periódicos. Las crónicas de doña Emilia se tiñen desde entonces de una desilusión cada vez más profunda, denunciando a capa y espada la explosión provocada por el acorazado Maine en el puerto de Cuba, o a la invasión de Estados Unidos en las islas Filipinas.
....Efectivamente, en estas crónicas se perfilan unas tendencias bien marcadas: un pesimismo crítico, donde trata de indagar las causas que han conducido a la situación presente de las últimas colonias españolas en el Pacífico y en el Caribe, y otra, donde ofrece una visión descarnada de la situación, con el consiguiente juicio crítico. A través de estos ensayos, la escritora pone al descubierto su sentimiento antiamericano, ante la postura adoptada por los EEUU contra España, primero en Cuba y luego en Filipinas. De esta forma, doña Emilia se da cuenta de que el conflicto bélico es la primera manifestación violenta del expansionismo de este país. Apoyándose en declaraciones de periodistas y políticos norteamericanos, subraya la aparición de tendencias hegemónicas entre los angloamericanos, diciendo:

Van además los huestes yanquis soliviantados con el espíritu de indisciplina más franco y brutal, y no reparan, al menos motivo de descontento, en tirar al agua, en mitad de la bahía a sus jefes. Y una nación que jamás fue militarista, que en ningún momento fió la violencia sus destinos, se ve ahora arrastrada por la dura Inglaterra a la lid constante, abierta a esa normalidad de la guerra que nos ha arruinado, destruido y agotado a los españoles (78).

....Además de hacer este tipo de denuncias hacia los americanos, la escritora pone en evidencia las dificultades que sufrieron los españoles en las islas, como los soldados peninsulares debían luchar contra una gran resistencia para adaptarse a un escenario tan abrupto como el de las Islas Filipinas. También muestra como después de un largo viaje, los españoles llegaban a una tierra desconocida y a un clima sumamente hostil, que les incapacitaba para luchar con los nativos, bien preparados para el terreno. Pero lo más sobresaliente de estos artículos es que doña Emilia hace un retrato muy negativo de los filipinos, a los que moteja de “insurrectos” “ingratos y rebeldes” para augurarles, con visión de colonialista europea, un futuro catastrófico. En La Ilustración Artística del dos de Julio de 1898, comenzaba informando de que los rebeldes asiáticos habían tomado como rehenes a la mujer e hijos del general Augustí, y comentaba con un tono de discriminación la feracidad de los insurrectos: “Los tagalos, en quienes la crueldad es innata, como lo es en todas esas razas asiáticas que no sienten dolor y que arrastran la muerte con indeferencia glacial, razas para las cuales ha sido preciso inventar torturas, porque casan a los verdugos” (85). En todo caso, Pardo Bazán muestra una posición bipartidista: los españoles como los mártires que sufrieron las consecuencias de la guerra, mientras que los asiáticos aparecen como una raza inferior, incapaces de adaptarse a la cultura occidental. En esta misma línea, la escritora coruñesa en un artículo titulado “Año más” comenta4:

Si se consigue apagar el incendio de Filipinas, habrá que pensar después en el modo de que no vuelva a reproducirse: habrá que poner en práctica medidas y arbitrios para que ese inmenso archipiélago, feracísimo y poblado por gentes a las cuales debemos ser superiores en cultura y en moralidad, no vea en nosotros a una gente inicua, a unos explotadores, sino a unos protectores, cuya autoridad se funda en la superioridad precisamente (34).

....También doña Emilia indagó en las causas que habían motivado la independencia en las colonias, señalando como la presencia española en el archipiélago filipino fue siempre reducida. Según la escritora, en estas islas siempre se había perpetuado más que una situación colonial, una organización misional, pues la administración española había sido representada casi exclusivamente por el clero regular, agustinos, dominicos, franciscanos, jesuitas, a quienes, desde los días de la conquista, se les había encomendado la evangelización y la administración de las islas, tarea en que tanto religiosa como culturalmente habían logrado muy estimables resultados, lo que no justificaba para esas fechas su permanencia en lo gubernamental y en lo administrativo. Así, por unas y otras razones no llegaron a transformarse las Filipinas en una colonia de doblamiento y, en consecuencia, como comenta nuestra escritora, los administradores que acudían a las islas eran ineptos, vagos o corruptos5: “A Filipinas van también funcionarios honradísimos, y alguno conozco yo: pero es lo cierto que por todos los gobiernos y por todos los partidos políticos, Filipinas ha llegado a considerarse especie de remediavagos peninsulares” (34).
....Por último, doña Emilia habló sobre la intervención norteamericana en la guerra de Filipinas. Nuestra escritora se refería aquí al interés que las grandes potencias venían mostrando hacia estas islas del Pacífico, un territorio ultramarino rico y bien situado en las cercanías de China, criticando de esta forma, los intereses del Reino Unido, y sobre todo, de los Estados Unidos, añadiendo6:

A decir verdad, la anexión de Filipinas la realizaron casualmente; no estaba en el programa, lo cual no les disculpa, porque un pueblo grande y consciente debe saber con exacta fijeza, lo que quiere y adónde va. La escuadra yanqui, al principiar la guerra, no se encontraba cerca de Manila obedeciendo a propósitos de estrategia naval; la idea de apoderarse del archipiélago filipino no había surgido en la mente de Mackinley. Se proponía únicamente destruir nuestra flota y arsenales y descargar sobre nosotros golpe recio; después, imposiciones de la insaciable Inglaterra, la de los dientes enormes, determinaron la ocupación y captura de aquellas ricas colonias españolas (560).


.2.José María Jover Zamora Historia de España. XXXVI (Madrid: Espasa Calpe, 2000) 778.
.3.Ana María Freire Estudios sobre la obra de Emilia Pardo Bazán (La Coruña: Fundación Pedro Barrié de la Maza, 2003) 130.
.4.Emilia Pardo Bazán “Año más”, La Ilustración Artística. 11-II-1897, p. 34.
.5.Ibídem.
.6.Emilia Pardo Bazán “Respirando por la herida” La Ilustración Artística de Barcelona. 7-VII-1899, p. 506.


Las Islas Filipinas en los cuentos de Doña Emilia Pardo Bazán.
....El cuento es uno de los géneros que más cultivó Emilia Pardo Bazán, ya que el rastreo de la prensa revela que existen más de quinientos setenta y nueve, aunque seguramente publicó muchos más7. El estudioso del cuento decimonónico español, Mariano Baquero Goyanes, señala sobre la escritora: “Si tuvieramos que citar un autor que dicha palabra (cuento) alcanzara, por decirlo así, su consagración oficial, diríamos sin vacilación el nombre de Doña Emilia Pardo Bazán, la más fecunda creadora de cuentos de nuestra literatura española. La variedad temática y el alto valor literario de estas narraciones, deciden la aceptación de un término contra el que tantos prejuicios han existido” (71-72). También Rolf Eberenz ha comentado que la escritora: “Es sobre todo una excelente artesana del cuento, que domina perfectamente sus múltiples recursos y funde en este molde un impresionante caudal de vivencias y de sucesos que han llegado a su conocimiento” (27).
....Efectivamente, este género alcanzó a lo largo del siglo XIX un auge ligado inevitablemente al crecimiento desbordante que durante la época sufrió el periodismo, cuya extensión favoreció a aquellos géneros literarios caracterizados por la brevedad8. Basta hojear los cuentos de la escritora gallega para comprobar la limitada extensión de sus textos, que rara vez pasaban de las tres o cuatro páginas, con lo que se da perfecta coherencia entre lo que se sostiene y lo que se aplica. Éstos exigían una estructura basada en la eliminación de elementos superfluos, enfatizándose los fragmentos de la realidad, y teniendo una difusión masiva y barata, con el propósito de llegar a un público más amplio. La razón por la que esta mujer trabajaba en los diarios fue la enorme influencia que este medio tenía sobre el lector, y como gracias a los cuentos se podían abordar cuestiones modernas y de actualidad. De aquí que este género fuera una forma muy adecuada para así retratar el mundo contemporáneo que la rodeaba, dejando en muchos de los casos su posición ante determinados temas políticos. Doña Emilia después de comentar el suceso en el artículo periodístico, escribía narraciones con temas semejantes a los de las noticias, inspirados en la realidad política de todos los días, sin existir la diferencia entre la crónica real y el cuento.
....De este modo, doña Emilia escribió una serie de cuentos inspirados en los trágicos acontecimientos de las guerras de Cuba y Filipinas, que se publicaban en las mismas páginas de los diarios en que aparecían crónicas y fotografías de esos sucesos. La obligada simultaneidad de muchísimos de sus relatos circunstanciales, nacidos al calor de las guerras, hace pensar en una práctica continuidad de composición y publicación. Por eso, se dedicó agrupar este volumen de relatos denominado Cuentos de la patria (1902), donde se muestra su intención reformadora y propagandística, y donde coloca una advertencia al lector, en la que manifiesta que estas narrativas “son un desahogo de mi corazón y el lector puede saltarlos”. Además, en estos relatos afloran muchas cuestiones de la época, José Manuel González Herrán ha señalado que Cuentos de la patria pueden calificarse de noventayochistas en la medida en que sus asuntos, personajes o conflictos le sirven para reflexionar acerca de aquella situación: ante todo, la pérdida de las colonias, pero también el contraste entre el ayer y el hoy, el concepto de patria, la esperanza en el porvenir, el dilema entre la guerra y el trabajo etc9.
....El primer cuento aquí a analizar“La exangüe” es un relato enmarcado, que si bien sigue muy larga tradición (Las mil y una noches, El Decameron o El conde Lucanor), tiene sus modelos más próximos en los relatos del escritor Maupassant. Darío Villanueva y José Manuel González Herrán, en la introducción de las Obras completas de Emilia Pardo Bazán, señalan que el resultado es un cuento que encierra en sí varias historias, una enmarcadas en otras, cuyos motivos, asuntos y personajes se explican e infieren mutuamente, ello le permite a la escritora poner en juego su destreza en el manejo de la perspectiva narrativa, confiriendo a esos tales cuentos una notable modernidad10. De esta manera, se nos muestra un esquema sencillo: el narrador se encuentra con un grupo de amigos, enfrascado en una conversación, esboza su opinión y se apresura a defenderla refiriendo a un suceso, al final de lo cual reanuda la conversación con los allegados. En este caso, el eminente doctor Sánchez del Abrojo, cuenta la historia de una de sus pacientes, a la que ha conseguido curar de una terrible anemia, a consecuencia de la participación en los trágicos sucesos de la sublevación filipina. A continuación se nos narra los acontecimientos tan terribles que ocurrieron en las islas, el ataque de los insurrectos, unos hombres que aparecen descritos como: “diabólicamente feroces, que lanzaban gritos horrendos y esgrimían el bolo y el campilán” (269). Por si fuera poco, doña Emilia escribe unos cuentos donde anatomizaba la ignorancia atroz de los habitantes de estas islas, ofreciendo una visión descarnada de tal situación, con el consiguiente juicio crítico. En un momento determinado del relato, el narrador comenta como la insurrección de los filipinos vino de sorpresa, ya que según los españoles, la sumisión era propia de la raza tagala: “Abreviando detalles de los años que allí residieron en paz, diré que la sublevación al pronto no les asustó; creían inofensivos a aquellos adormilados y obedientes indígenas, y les parecía seguro reducirlos, con solo alzar la voz en voz castellana, a la sumisión e inveterado respeto” (269). De esta manera, el narrador resalta el carácter sanguinario de los asiáticos, la naturaleza animalizada de una raza inferior a la europea, que incluso terminan acuchillando al fraile de la aldea, diciendo: “La cara amarillenta del cabecilla no se alteró: expresaba la frialdad inerte de la raza, y se creería que era de madera de boj, a no brillar en ella la chispa de los oblicuos ojuelos de azabache” (269). Además, la voz narrativa señala que la española se convierte en una auténtica mártir, una joven que ofrece a un cabecilla tagalo su propia sangre a cambio de la de su hermano. Cuando los soldados peninsulares consiguieron rescatarlos, la encontraron casi muerta, debido a las continuas sangrías a que había sido sometida, y al hermano, a quien el sádico cabecilla no había sacado ni una sola gota de sangre, acabó siendo ahorcado. Con esto, la escritora destaca las tintas negras de unas islas brutales, subrayando el contorno de sus figuras con trazo salvaje, cayendo muchas veces en una deformación grotesca de los filipinos, diciendo: “La sangría, estremece decirlo, duró una semana. Cada mañanita, en una escudilla de coco, recogían la sangre de la desdichada, que caía después al suelo en mortal desmayo” (270).
....Al final del cuento, uno de los amigos del doctor Sánchez Abrejo, que ha escuchado la horripilante historia de la joven, decide hacer una pintura simbolista de la muchacha, resaltando la heroicidad del personaje femenino, y sobre todo, el patriotismo, al ser retratada con los colores rojo y amarillo, propios éstos de la bandera española: “Voy a hacer un estudio de la cabeza de esa señora. La rodeo de claveles rojos y amarillos, le doy un fondo de incendio, escribo debajo ‘La exangüe’ y así salimos de la sempiterna matrona con el inevitable león, que representa a España” (270).
....“Página suelta” es otro de los cuentos donde se relata la hazaña de un destacamento español en las Filipinas, que consigue salvar a un pueblo cercado por los insurrectos. Como ocurre en otras narraciones en torno a la guerra del 98, doña Emilia se refiere a los dos bandos en lucha: el ejército español, frente a la tropa filipina, caracterizada ésta por la ferocidad, diciendo: “Sorprendidos por el capricho de las nubes, desprovistas de mantos y capotes, soldados y oficiales se resignaron, o mejor dicho, lucharon con el agua; y era preciso todo el azogue de la juventud, todo el ánimo del soldado, todo el estoicismo del carácter peninsular, para no darse al demonio al sentirse empapados como esponjas”(228). También se pone de relieve aquí la representación muy fiel de las Filipinas, al darse una descripción precisa de la flora y la fauna de las islas, pero a la vez, mostrando los peligros que los peninsulares hallaban. De esta manera, la fuerza del relato se intensifica con la descripción del ambiente, una naturaleza agreste e imprevista, que crea en el lector una sensación de angustia. Con esto, doña Emilia describe este paisaje primitivo en el que hombres y naturaleza se funden de forma violenta y cruel: “Quince minutos después, ni uno más ni uno menos, el destacamento caminaba otra vez, mejor dicho, se arrastraba penosamente, cortando con hachas las espesas lianas y los bejucales, hundiéndose en charcos donde la amarillenta sanguijuela les adhería a las piernas su ventosa y oyendo deslizarse en la maleza la iguana y la venenosa serpiente palay” (230).
....Al igual que en otros Cuentos de la patria, se comprueba el paralelismo que se establece entre la civilización y la barbarie. A través de este relato aflora su vehemente nacionalista, que le lleva a sobre valorar la importancia de lo español, asociado siempre a la cultura y humanidad, en antagonismo con lo indígena filipino, relacionado con la barbarie, brutalidad, y retroceso en el que según ella, vivían los tagalos. Por si fuera poco, desde una perspectiva colonialista, se contrastan las mujeres españolas con las filipinas, incluso los niños peninsulares con los orientales. De esta manera, en el diálogo que se establece entre los soldados europeos, uno de ellos, resalta la fealdad de las indígenas, y su deseo de volver a la Península, para poder contemplar de nuevo, la belleza de las jóvenes de su patria, constituyendo esta reflexión del protagonista un completo resumen de las actitudes de los colonialistas sobre los colonizados: “¡Está uno tan harto de ver caras amarillas y juanetudas!, ¡ole las mujeres de nuestra patria!” (229).
....Ahora bien, el cuento, que había comenzado con un tono desolador, finaliza con un desenlace lleno de esperanza y de contenido moral, tan propio de una escritora de arraigadas creencias católicas. De este modo, al final de la narración, los españoles terminan recogiendo a un niño indígena, abandonado junto al cadáver de la madre, en recuerdo de aquel que nació aquella misma noche, destacando de nuevo la humanidad y religiosidad de los españoles: “Y el niño de raza malaya, fue festejado, y compadecido, y chillado, hasta que terminó de su cuenta una chica que le acercó a su seno y a la cual el capitán deslizó en la mano todo el dinero que llevaba” (231). En todo caso, en este relato patriótico, queda subrayada la inocencia de los niños, por encima de todos los problemas políticos, que desvirtúan las relaciones de los adultos. Este cuento, ofrece una visión más optimista de las islas Filipinas que el anterior, constituyendo el desenlace una bocanada de aire fresco en medio del pesimismo en el que terminan la mayor parte de Cuentos de la patria.


.7.Según Darío Villanueva y José Manuel González Herrán: “Pues bien, a pesar de los esfuerzos y las aportaciones de varios estudiosos, aún carecemos de un inventario completo y fiable de esa parcela de su obra, de modo que las diferentes propuestas (568 cuentos, según Clémessy, 608 según Kirby; 579, según Hemingway, 580, según Paredes Núñez) habrán de ser consideradas como provisionales, por diversas razones” (11).
.8.Ibídem, 21.
.9.José Manuel González Herrán. “Emilia Pardo Bazán ante el 98 (1896-1905)” en El camino hacia el 98 (Los escritores de la Restauración y la crisis del fin de siglo) Ed. Leonardo Romero Tobar, Madrid: Fundación Duques de Soria, 1998, p. 151.
.10.Emilia Pardo Bazán. Obras completas, VII. Ed. Darío Villanueva y José Manuel González (Madrid: Fundación José Antonio de Castro, 2003) 16.


Conclusión:
....Según se ha podido comprobar, a partir del Desastre de 1898, el dolorido patriotismo de Emilia Pardo Bazán queda patente en toda una serie de artículos en la prensa periódica de la época, así como en una colección de cuentos, que más tarde agruparía bajo el título Cuentos de la Patria (1902). En todos estos, la escritora va a destacar la crudeza de estas campañas militares y las repercusiones del conflicto en la vida española.
....Doña Emilia da una visión muy cruda de las islas Filipinas, reflejando a través de su obra las duras condiciones que sufrían los españoles que luchaban en la guerra hispano-filipina, resaltando de esta manera la violencia, que según ella, caracterizaba al pueblo tagalo, un grupo humano que mantenía hábitos y costumbres ancestrales. A través de estos cuentos y ensayos, se comprueba fácilmente que la intención es establecer un paralelo entre barbarie y civilización con la misma intención de afirmar la excelencia de la segunda. Por todo ello, insiste en todos los elementos que sirven para justificar su punto de vista, es decir, para probar que los colonizados eran inferiores cuando no se acomodaban a los modelos de vida europeos.


Bibliografía:
Baquero Goyanes, Mariano. El cuento español en el siglo XIX. Madrid: CSIC, 1949.
Bravo-Villasante, Carmen. Vida y obra de Emilia Pardo Bazán. Madrid: Editorial
......Magisterio Español, 1973.
Clémessy, Nelly. Emilia Pardo Bazán como novelista. Madrid: Fundación Universitaria
......Española, 1981.
Eberenz, Rolf. Semiótica y morfología textual del cuento naturalista. Madrid: Editorial
......Gredos, 1989.
Faus, Pilar. Emilia Pardo Bazán. Su época, su vida, su obra. La Coruña: Fundación
......Pedro Barrié de la Maza, 2003.
Freire López, Ana María. Estudios sobre la obra de Emilia Pardo Bazán. La Coruña:
......Fundación Pedro Barrié de la Maza, 2003.
González Herrán, José Manuel. “Emilia Pardo Bazán ante el 98 (1896-1905)” en
El
......camino hacia el 98 (Los escritores de la Restauración y la crisis del fin de siglo)

...v..Ed. Leonardo Romero Tobar, Madrid: Fundación Duques de Soria, 1998, 139-153.
Gutiérrez Díaz- Bernardo, Esteban. El cuento español del siglo XIX. Madrid: Ediciones
......de Laberinto, 2003.
Jover Zamora, José María. Historia de España Menéndez Pidal. Vol. XXXVI. Madrid:
......Espasa Calpe, 2000.
Pardo Bazán, Emilia. Cuentos Completos. Ed. Juán Paredes Nuñez. La Coruña:
......Fundación Pedro Barrié de la Maza, 1990.
—. La vida contemporánea (1896-1915). Ed. Carmen Bravo-Villasante. Madrid:
......Editorial Magisterio español, 1972.
—. Obras completas, VII. Ed. Darío Villanueva y José Manuel González Herrán.
......Madrid: Fundación José Antonio de Castro, 2003.
—. Un Poco de crítica. Artículos en el ABC de Madrid (1918-1921). Ed. Marisa Sotelo
......Vázquez. Alicante: Publicaciones de la Universidad de Alicante, 2006.
Paredes Núñez. Los cuentos de Emilia Pardo Bazán. Granada: Publicaciones de la
......Universidad de Granada. 1979.
Pattison, Walter T. Emilia Pardo Bazán. New York: Twayne Publishers. 1971.
Ruiz Ocaña-Dueñas, Eduardo. La obra periodística de Emilia Pardo Bazán en la
......Ilustración Artística de Barcelona (1895-1916). Madrid: Fundación Universitaria
......Española, 2004.


^arriba^


portada primavera 2009 archivos enlaces contactar

Tomo XIII, no.1,
Primavera 2009

Director: Edmundo Farolán




En este número:

Pedro Alejandro Paterno
Manuel García Castellón

“AMOR DE OBRERO FILIPINO”
De la colección Aurora social, por Pedro Alejandro Paterno.
(Versión abreviada
por Manuel García Castellón)


La historia del mono
El calabacín blanco
(Cuentos filipinos de la Revista Seda)
Introducción: Martín Lo Coco
Traducción: Irene Lo Coco

El escenario de las Islas Filipinas
en las crónicas y cuentos
de Emilia Pardo Bazán
.
María Luisa Perez Bernardo

Los Dominicos y los Chinos:
Los chinos (sangleyes)
como problema espiritual
y social en Filipinas
Juan Hernández Hortigüela

El enjuiciamiento
de Rizal fue justo

Guillermo Gómez Rivera

Los Revolucionarios Filipinos
y el español

Javier Ruescas

Nuevas perspectivas
para la lengua española
en Filipinas
Rafael Rodríguez-Ponga

Un siempreviva
¿Soberbia flamenca?
Dos poemas de G.G. Rivera:

Asociación Cultural
Galeón de Manila
Javier Ruescas

Cartas de los lectores

Índice de autores
en Revista Filipina








Todos los derechos reservados /
Copyright © 2008
Revista Filipina,
Edmundo Farolán
Diseño: E. A. Lozada