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Tomo X No. 1 Verano 2006

Tributo a Claro M. Recto
Claro M. Recto: abanderado del hispanismo filipino
Una Asociación Hispano-Filipina


Tributo a Claro M. Recto
Antonio Fernández Pasión

El año próximo (1998) las efemérides del 12 de junio—el Centenario de la Independencia Filipina— tendrá su máxima celebración en toda Filipinas. Conviene pues, que todo ciudadano filipino incluyendo los que están más allá de los mares, no tardemos de sumarnos con entusiasmo a esta conmemoración por ser beneficiarios de la lucha por la independencia de nuestros mártires y héroes de la Revolución de 1898 que lucharon con abnegación para dar nacimiento a la nación filipina, es decir, de la República de Filipinas.

Mas es de lamentar, que al recordar y dar honor a aquellos hijos ilustres de Filipinas, es decir, de varios de nuestros héroes como Rizal y Bonifacio, la Comisión Centenaria Nacional (National Centennial Commission) al recordar a los héroes abnegados, no haya dado de manera más eficaz de recordar la heroica figura de Claro M. Recto, quien más que nadie contribuyó el aceite con que se alimentó la llama del espíritu nacionalista de sus compatriotas durante la lucha por nuestra independencia, e inició, además, a dirigir la reconquista de la soberanía de Filipinas.

Nos extraña pues, por que la Centenaria Comisión Nacional encabezada por el ex-vice-presidente Salvador Laurel, la que se encarga de propagar el interés y entusiasmo por la conmemoración del centenario de la indpendencia filipina, no haya pensado de incluir a recordar también de manera eficaz, como ya dijimos, a Claro M. Recto, el padre de la Constitución filipina, ilustre jurista, poeta laureado, sagaz parlamentario, dramaturgo de distinción, y una eminente personalidad de la
intelectualidad filipina que tanta gloria dio a nuestra patria y la sirvió brillante y constantemente.

La fama luminosa de Claro M. Recto, traspasó más allá de los mares, y aunque nunca estuvo en el extranjero, la intelectualidad española e hispanoamericana tenía conocimiento de sus obras literarias en castellano, y de su valor como parlamentario nacionalista, puesto que siempre luchó en el parlamento filipino por la dignidad y la soberanía total de su pueblo.

Claro M. Recto siempre pensó en español, y vivió la Hispanidad toda su vida por considerar el castellano, como el mismo lo afirmó.

Notemos asimismo sus arengas en el anfiteatro de la política para defender la soberanía nacional sobre las bases militares entre Estados Unidos y Filipinas y su lucha contra la intrusión extranjera de su país y lidió contra las "Aves de rapiña" del
pueblo filipino. Este fue su principalísimo legado. Por eso, al conmemorar el centenario de la independencia filipina, debemos, los filipinos recordar tambien a Don Claro M. Recto.

Montreal, 19 de febrero, 1997

Antonio Fernández fue periodista para el semanario El Debate donde escribió varios artículos. Emigró a Canadá en 1976 donde dirigió varios periódicos. Colaboraba en periódicos comunitarios y fue responsable por el monumento de Rizal que se erigió en Montreal. Falleció en esta ciudad en 2004)



CLARO M. RECTO: ABANDERADO DEL HISPANISMO FILIPINO
Edmundo Farolán
(Discurso leído en la conferencia de académicos, Caracas, Venezuela, julio de 1983)

La figura multifacética de Claro Mayo Recto (1890-1960) se eleva como un monolito que marca la ruta hispánica y patriótica de sus coetáneos. Presidente de la Academia Filipina hasta su muerte en 1960, senador, político y patriota de altos vuelos; hispanista de primera fila, poeta, intelectual.

En las reflexiones de Don Francisco Zaragoza, de la Academia Filipina, "Recto fue un intelectual militante, núcleo y vértice del sentimiento instintivo del hispanismo y del sentimiento heráldico-histórico de nuestra nacionalidad".

Recto, por el extenso y variado campo de su actividad intelectual, ha penetrado en todos los campos literarios, monopolizando la primacía. Es, con Rizal, el ápice de la intelectualidad filipina.

Cuanto toca su pluma o menciona su elocuencia, lleva el sello vigoroso de su personalidad. Ha sabido armonizar todo su vasto saber para cincelarlo en frase precisa y sentenciosa.

Puede decirse que con él ha llegado el estilo y la prosa filipina a su culminación, al saber aprisionar en bella y sugerente forma la densidad del pensamiento: fondo perfecto en expresión acabada y ceñida a la idea.

Esta es la razón esencial de su limitada producción de cuatro libros: Bajo los cocoteros (1921), El monroísmo asiático (1927), y dos obras de teatro: La ruta de Damasco (1915) y Solo entre las sombras (1917). Prefiere siempre la perfección y la calidad de su obra a una exuberante y desmedida proliferación. Pudiera decirse de él lo que se cuenta de Paul Claudel: que no se halla defecto alguno en sus escritos por la incansable tenacidad en elaborarlos, siguiendo el consejo de Horacio: "versate manu diurna, versate diuturna" hasta llegar en lo posible a la perfección que consigue Demostenes en su oratoria, por el mismo motivo de incesante depuración.

Desde el momento de su aparición en la vida pública como escritor, estadista y hombre de leyes, adquiere, sin disputa, la primacía, y es noticia permanente en la opinión pública, viniendo a ser signo de contradicción para algunos, y abanderado de ideal patrio para los demás.

Desde sus juveniles años se lanza a la palestra en todos los campos que se abren a su idealismo: en las páginas del libro y en las columnas del periódico, en las asambleas legislativas y en su sitial acádemico, en el foro y en la tribuna, en el coloquio y en el debate. Allí está Recto con su dialéctica contundente, enfrentado a la polémica que le asedia, por la audacia de su pensamiento y la originalidad de sus ideas.

Se desenvuelve con la misma soltura y elegancia en inglés que en la lengua de Cervantes; y, naturalmente, con idéntico vigor en su tagalo nativo. Con Paterno y de los Santos, con Kalaw y de Veyra, creo la prosa elegante y densa de contenido, pudiendo parangonarse con los mejores escritores de la estirpe hispánica.

Véase una muestra de su incisiva y elecuente palabra en el discurso "La cruzada por el español en Filipinas" que iba a pronunciar en Madrid como Embajador Plenipotenciario, cuando la muerte le sorprendió en Roma cuatro días antes, el 8 de octubre de 1960. He aquí un fragmento del discurso de tan egregio académico filipino:

"Porque si bien es verdad que la revolución y la República de Malolos y la presente República fueron obra del pueblo, también es que los que las prepararon y encauzaron eran intelectuales que escribieron en castellano sus libros, sus discursos, sus panfletos y ensayos para realizar obra de doctrina y labor de propaganda."

"Porque sería trágico que llegase el día en que para leer a Rizal, a del Pilar, a Mabini y a Adriático, a Palma y Arellano, a Mapa y a Osmeña, los filipinos tuviéramos que hacerlos a través de traducciones bastardas. En fin, porque el español es una tradición patria que, si tiene raíces en nuestra historia, también las tiene en las entrañas de nuestra alma; y porque el español es el "Ábrete sésamo" de la cueva encantada que guarda, como tesoros imperecedores, los más altos pensares y los más hondos sentires de que ha sido capaz el hombre, desde la mañana de la civilización".

Con igual clarividencia y ardor manifiesta su pensamiento sobre el debatido tema que encarna en su estudio Monroísmo asiático escrito en 1927, cuando el autor tenía apenas 37 anos. En la serie de artículos polémicos y encendidos debates que ocasionaron su estudio, aparece la visión clara del estadista internacional que vislumbra ya los serios aconteceres de que hoy somos testigos.

En su ensayo "La independencia de Filipinas y el Equilibrio en el Extremo Oriente" dice:

"Filipinas, dada su situación geográfica, gravitará necesariamente dentro de la órbita de las grandes potencias que habrán de ejercer, en el futuro, el control y la dirección de los asuntos del Pacifico.

Su posición quedará, por tanto, condicionada por el acuerdo a que estas lleguen en la disposición de los mismos.

Si Estados Unidos, Inglaterra y los dominios británicos del Pacífico permiten—un supuesto remotísimo, como veremos-—que se instituya una doctrina de Monroe para el Asia, el árbitro de los asuntos del Extremo Oriente será el Japón y más tarde, quizás China o Rusia; y, por su parte, Filipinas, con sus recursos medianamente desarrollados, y su defensa nacional inadecuada, desempeñará el papel que quiera asignarla el campeón o los campeones del Monroísmo Asiático; de igual modo que las pequeñas repúblicas del centro y sur de América, colocadas por el monroísmo fuera del radio de la intervención europea, viven a merced y conforme al libérrimo arbitrio de su poderosa vecina del norte."

Consecuente con el pensamiento de Recto, la nueva generación filipina, insatisfecha de la orientación sajona, trata de buscar sus rasgos y propia fisonomía, identificándose con los ideales de los patriotas e hispanistas de la generación anterior, que siente ser latido vital de su propio ser.

Hoy día, el foco mundial de nuestras miras es Iberoamérica.

Desde la perspectiva de Filipinas os vemos, colegas iberoamericanos, el nuevo porvenir de nuestra unidad.

Permitidme os presente esta humilde reflexión que comparten conmigo muchos de mis compatriotas: No podría llegar a ser Iberoamérica una nación tan grande como las superpotencias de hoy si todos nos uniésemos en una fraterna Confederación?

Este ha sido el sueño dorado de Recto y este sigue siendo nuestro ideal filipino: Vincularnos fraternalmente en una superunidad nacional, en una Patria Hispánica tricontinental, dentro de la variada multiplicidad de nuestros países!

Quede aquí en vuestras manos el legado de Claro Mayo Recto, que es legado ancestral de nuestros pueblos, para que la semilla arrojada al surco de su fruto en sazón cuando la fortuna llame a nuestras puertas. He dicho.

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Lea su poema Mi choza de nipa en Pozo literario/Literary Well.



Una Asociación Hispano-Filipina
Javier Ruescas
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Filipinas es un país de herencia hispánica, pero la actitud de muchos filipinos hacia ese legado es de apatía e ignorancia. El idioma español, oficial durante 400 años en Filipinas, fue perdiendo importancia desde la ocupación norteamericana a principios del Siglo XX, cuando se cambió la lengua de la política y la educación, al inglés. La anulación de la Primera República Filipina por las fuerzas norteamericanas, y la guerra Filipino-Americana resultante (1899-1903) también mermaron gravemente ese legado linguístico y cultural, porque en ese conflicto perecieron miles de luchadores hispano-parlantes, y muchos mestizos de descendencia española. Con el bombardeo y destrucción del barrio de Intramuros (Manila) por la aviación norteamericana en 1945, durante la Segunda Guerra Munidal, se destruyeron miles de hogares de familias hispanofilipinas, que se vieron obligadas a emigrar a EE.UU., España y otros países,dispersando así el núcleo de la cultura hispánica y lengua española de Filipinas.

El español existe hoy sólo de forma subyacente: en nombres y apellidos, topónimos de calles y ciudades, y en palabras en tagalog, ilocano, cebuano y otras lenguas nativas. Nuestra lengua existe también en una curiosa forma de criollo llamado Chabacano (o Zamboangueño) hablado por medio millón de filipinos en zonas del sur como Zamboanga, Basilan, Cotabato
y Davao. Sin contar este criollo, en 1900 hablaban español un millón de filipinos como lengua materna. Hoy lo hablan menos de 10 mil personas.


En Manila hay una sede del Instituto Cervantes que desde hace años imparte clases de español, y también existe la Real Academia Filipina de la Lengua, correspondiente de la RAE, que vela por la enseñanza y buen uso del español en Filipinas. Pero en el país no existe una institución o asociación que aglutine y defienda los intereses de los propios hispanofilipinos, último reducto de la lengua española en ese país. No hay un organismo o foro filipino que promueva y preserve la cultura hispánica de Filipinas.

Por eso creo que sería interesante formar un círculo o asociación hispanofilipina, que sirva como punto de encuentro de personas de herencia hispana o simplemente sientan interés por la cultura y lengua española. Una "Asociación Hispano Filipina" de carácter cultural, con sus asambleas anuales, su boletín, sus conferencias y seminarios, y actividades como viajes, proyección de películas o celebraciones, serviría enórmemente como medio para promover y preservar el idioma español en Filipinas y para compartir una herencia común.

Es probable que haya muchos filipinos hispano-parlantes en distintos rincones del país, que no sepan que hay muchas otras personas con ese mismo sentimiento hispánico, con las mismas inquietudes y deseos de preservar su cultura y su lengua de muchas generaciones, que sigue siendo amenazada por la marea anglo-sajona, urbana y globalizadora. Por eso es deseable crear una Asociación que aglutine a personas interesadas en la herencia cultural hispánica, para crear conciencia sobre la hispanidad en Filipinas, y sobre todo para preservarla y promoverla.


Javier Ruescas es licenciado en económicas por la European Business School de Madrid y Máster en Cultura Comparada por la Universidad Sophia de Tokyo. Actualmente desarrolla su actividad profesional como analista de mercados en una consultora internacional. Se interesa por la historia española, en especial la relacionada con la época colonial de América y Filipinas.


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