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Revista Filipina, Segunda Etapa. Revista semestral de lengua y literatura hispanofilipina.
Primavera 2016, Vol. 3, N
úm. 1

B
IBLIOTECA
PDF: Obra dispersa
PDF: Revista Filipina–Primavera 2016


G
UILLERMO GÓMEZ RIVERA

OBRA DISPERSA



Edición de
Isaac Donoso





Revista Filipina
Manila
2016





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a

AUTOSEMBLANZA


      Es domingo, 3 de septiembre, 2006, y estoy en Manila, Filipinas, pero acabo de hablar con la profesora Pilar García Escudero de Arimoto. Me llama desde Madrid mediante su móvil. Y me pide que envíe a su esposo, el profesor Toshiaki Arimoto, que se encuentra en Nagoya, Japón, la autosemblanza del artista almeriense don Manuel del Águila Ortega, que se encuentra en las tres últimas páginas de su libro titulado Homenaje que guardo en un estante de mi casa.
      Y mientras me pide que le haga ese favor, también me pide que escriba mi propia autosemblanza para el libro sobre flamenco que su mencionado esposo está ahora preparando. Pues en ese libro en preparación, el profesor Toshiaki Arimoto quiere incluir un capítulo sobre el flamenco en Filipinas.
      En catorce días más cumpliré setenta aňos. Si aún recuerdo la primera lección que tuve de flamenco, o baile español, de mi madre adoptiva, la sevillana Rosa Jiménez Gayoso, diría que ahora tengo acumulados trece lustros de zapateado y castañuelas.
      Mi madre Rosa siempre decía que los bailes de la península se encuentran agrupados en seis escuelas. Son: (1) la Escuela Popular, (2) la Escuela Andaluza, (3) la Escuela Gitana, (4) la Escuela Folklórica, (5) la Escuela Bolera y (6) la Escuela Creativa o de Fusiones.
      De hecho, los bailes de la península están entrelazados entre sí.
      Lo que hoy se llama “Flamenco” es en realidad la Escuela Gitana, que a su vez está dividida en dos sub-escuelas: la del Cante Chico (compás de cuatro) y la del Cante Hondo (compás de doce).
      El Flamenco no empezó como un baile. El Flamenco empezó como un cante, o canto. Para tener alguna medida se inventó el compás para que le regule la melodía. De allí nace el Martinete y todas las formas primitivas de este cante que luego se hace baile.
      En 1986, conocí a la Chunga en el Café de Chinitas, un tablao flamenco de gran renombre en Madrid. Y la Chunga bailaba descalza. Zapateaba con los pies desnudos sobre tierra pura o sobre el tablao. Y se le oía como si bailase con zapatos de tacón provistos de clavitos.
      Yo la creía a la Chunga cuando declaraba que el flamenco, para ser puro, tiene que bailarse sin zapatos. Pues los gitanos que vivían en las cuevas no solían lucir algún calzado. Tampoco bailaban al son de una guitarra como ahora se sabe.
      Bailaban descalzos a base del compás creada por las palmas de los ‘palmeros’. Ahora las palmas se ven sustituidas por el cajón. Los palmeros se vieron sustituidos por los cajonistas.
      Si nos hemos de fundar en esta verdad, como de hecho nos fundamos, no se puede hablar de un baile flamenco que se interprete con zapatos y al son de una guitarra medida con los sones de las palmas o de un cajón. El flamenco que ahora apreciamos es nada más que el baile español de las escuelas gitana y andaluza. Es fruto de una evolución que se hizo posible al asimilar pasos y figuras que se tomaron de otros bailes peninsulares, particularmente del folklore andaluz (sevillanas, fandangos, verdiales, panaderos, vitos etc.), y del folklore castellano o norteño (las jotas) para formar sus actuales palos.
      Como maestro de flamenco, o de baile español, he formado un currículum de cinco niveles, donde enseño bailes de las cinco escuelas mencionadas.
      He agrupado los bailes más sencillos, juntamente con las sevillanas antiguas, en un Nivel Uno, o de principiantes. Mi Nivel Uno tiene catorce o más bailes entrelazados para aprender.
      He agrupado otros catorce bailes para el Nivel Dos. Otros catorce más para el Nivel Tres y así sucesivamente hasta llegar al Nivel Cinco.
      En estos cinco niveles que me he formado a lo largo de los años tengo bailes que se bailan con solamente las manos, tengo bailes que se bailan con castañuelas, bailes con abanicos y mantillas, bailes con sombreros cordobeses, bailes con el mantón de Manila y bailes con una capa torera. Se busca la variedad y el colorido.
      En cada Nivel tenemos bailes que representan la Escuela Popular, la Escuela Andaluza a base de la música de Albéniz, de Falla, de Granados, de Torroba, de hispanoamericanos como Manuel Lecuona y hasta de Agustín Lara, etcétera. Por otro lado, la denominada Escuela Bolera consiste en bailes a base de la música española escrita por autores extranjeros, franceses, etc., como Ravel, Bizet, Chabrier, Karamasov, Tschovsky, Verdi, etc.
      Para representar a la Escuela Gitana, tengo rumbas, tangos, zambras, tientos, fandangos, alegrías, soleares, soleá, farrucas, bulerías y otros tantos palos. Para la Escuela Folklórica tengo además de las sevillanas antiguas, las sevillanas rocieras y flamencas, las jotas aragonesas, castellanas, valencianas y navarras, el chotis madrileño, los panaderos, las malagueñas, los verdiales, los pasodobles toreros.
      En fin, más de cien bailes a enseñar que forman un repertorio bastante respetable para el que quiera abrirse una academia de bailes peninsulares. O, como dicen, de “flamenco”. Y todo esto, lo llamamos aquí en Filipinas, “Baile Español”, porque todo este repertorio viene de España para alegrarnos la vida y enorgullecernos de nuestra hispanidad de raíz gloriosa.

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