Primavera 2016, Vol. 3, Núm. 1
ARTÍCULO
PDF: En un lugar de Filipinas…Juan Hernández Hortigüela
PDF: Revista Filipina–Primavera 2016
EN UN LUGAR DE FILIPINAS…
JUAN HERNÁNDEZ HORTIGÜELA
Asociación Cultural Galeón de Manila
Un sentido homenaje a D. Guillermo Gómez Rivera,
a quien su madre le enseñó a leer español
en el libro de Cervantes.
El quijotismo español ha trascendido allende nuestras fronteras gracias a nuestro admirado D. Miguel de Cervantes. El Quijote es un personaje español, eterno, que no morirá nunca por su insistencia en sobrevivir en la permanente adversidad, con la altivez de un caballero, la lanza en ristre, la sabiduría en la mente, el valor innato despreciando cualquier peligro, maledicencia o incomprensión.
La figura quijotesca de los personajes que disfrutan de estas especiales características, la podemos encontrar en cualquier parte del mundo, por muy apartado que nos parezca. De quijotes serán tratados todos aquellos que hagan de su vida un culto al honor, a la justicia, a la poesía, al amor, a la altivez caballerosa, a la ausencia de bajos vicios, a la defensa de causas perdidas o por perder… Sabrán morir en el intento, con dignidad, como corresponde a su estilo de vida.
Nunca despreciará a los ignorantes, aunque se llamen “sancho”; siempre respetará a las mujeres, aunque éstas quieran burlarse de él:
de damas tan bien servido
como fuera Don Quijote
cuando de su aldea vino:
doncellas curaban dél
rincesas, del su rocino.1
El Quijote verá castillos donde solo haya miseria, incomprensión, deshonra, burla y agravio. Su imaginación no tiene límites y será capaz de ver lo que nadie puede ver: “Díme, ¿no ves aquel caballero que hacia nosotros viene, sobre un caballo rucio rodado, que trae puesto en la cabeza un yelmo de oro?”.
Así es el Quijote, si así os parece.
D. Miguel de Cervantes inventó el Quijote para que fuera universal, cuyas calidades fueran la norma de conducta frente a determinados comportamientos. Aunque fue inventado para el normal e imperecedero consumo, no estaba al alcance de todos lograr los dignos y caballerosos objetivos para los que fue creado. Por eso, los encontraremos, como ya he dejado escrito en líneas precedentes, en cualquier parte del mundo, pero en escaso número.
En el Círculo Hispanofilipino, nido de quijotes, crisol de culturas, los hay de todas las naciones del orbe y su objetivo es librar a nuestra señora Filipinas (nuestra anhelada Dulcinea) de las acechanzas de malandrines y follones que intentan arrebatárnosla falsos caballeros andantes de los espejos, del bosque, del verde gabán, o aquellos del triángulo y el mandil o el siempre poderoso caballero de las barras y estrellas:
―Muchos ―respondió don Quijote―; pero pocos los que merecen nombre de caballeros4.
D. Quijote Guillermo se desplaza por las calles de los pueblos con paso majestuoso, erguido, al ritmo de carabao, orgulloso de vestir su armadura-barong, y observando el paisaje, meditando, mirando siempre al frente.
Su hablar es pausado; a veces parece que, más que hablar, está declamando un romance, o recitando una poesía a su querida Dulcinea España:
del alma en la tabla rasa
tengo pintada de modo,
que es imposible borrarla5.
Frugal en la comida y en la bebida, cuando os sentéis en la mesa con él, se olvidará de comer si se trata de contar sus aventuras, de recordar a su Dulcinea España, de recordarnos que Filipinas es su patria, de sus aventuras y luchas contra el caballero del Dólar, de sus cantos y danzas españolas y, si se brinda la ocasión, no tendrá inconveniente de marcarse un “zapateao”, en cuyo momento sublime le cambiará el rostro y se figurará vestido con el traje corto flamenco, su camisa de lunares rojos, mangas anchas, castañuelas en ristre y un sombrero cordobés ladeado hacia el hombro izquierdo. ¡Qué señorío! Pregúntale donde aprendió a bailar, te asombrarás de su escuela. Pero exento de egoísmo, como corresponde a su ser, no quiere guardar su sabiduría de la danza y se esfuerza en enseñarla a los demás, por nada, para que no muera en Filipinas y para que una de las señas de identidad de la madre Patria, no desaparezca en el Toboso Filipino. Una esforzada alumna y maestra de baile español, Mayen, su querida hija, se llevó al cielo parte de su herencia:
De mi vida, divina criatura
De mi existencia artística; fulgor
De todas mis ideas de cultura;
De entre mis bailaoras, la mejor
Por su fuerza, su gracia y su dulzura8.
Amor
Y ¿quien mi gloria repugna?
Fortuna.
Y ¿Quién consiente en mi duelo?
El Cielo.
De ese modo, yo recelo
morir deste mal extraño,
pues se aúnan en mi daño
amor, fortuna y cielo9.
Pero D. Quijote Guillermo Gómez Rivera, escribe en español. ¿No conocéis su último libro, Con címbalos de caña? Si queréis contemplar su alma, debéis asomaros a esta ventana por donde penetra el aire fresco, sin contaminar.
Leed atentamente lo que escribe D. Quijote Guillermo Gómez Rivera:
por ser soldado de todo
lo tuyo: de tus palabras,
de tus letras y tus glorias
¡Ve, Oh lengua castellana
cuanto bregar y sufrir
comprende la gran batalla
que se libra por tus fueros
en esta tierra malaya!
¡He aquí pues, oh castellana
lengua, la juventud toda:
el saber, la parsimonia
esfuerzos, la sangre misma
de otro soldado que te ama
contra mofa y contra mundo
blandiendo por ti su espada!10
pero la tengo, la siento… Me incorporo
cuando me encuentro frente a las mansiones
antiguas de Intramuros, de Binondo,
Ermita, Quiapo, Paco y Santa Cruz.
Las conozco de siglos. He vivido
en ellas durante vidas anteriores.
Subí sus escaleras. En sus camas
me dormí. El amor hice por sus suelos
Comí en sus comedores y en sus salones
bailé valses, boleros, mazurcas.
Me asomé a sus ventanas. Y sus puertas,
Abrí y cerré con gusto. Sus jardines
Recorrí disfrutando de sus flores…
Todas esas mansiones siempre fueron
Mías. Y seguiré viviendo mientras
Todas sigan en pie, ¡desafiantes!11
Sonidos que divorcian al humano
Del bruto. Signos dioses comprensibles
Que forman el lenguaje castellano.
[…]
Porque tú, carne y hueso de mi musa;
De todo lo realmente Filipino,
No puedes morir.
[…]
Es por eso que a mí nada me arredra
Cuando voy en defensa de tus fueros.
Cristo castiga sin palo ni piedra
A todos los marranos traicioneros
Y a todos los que, cual maligna yedra,
Deseen sofocar a tus guerreros12.
A pesar del olvido y de la distancia
Vuelves a nuestro ambiente a latir: como
Corazón que ama; como la fragancia
Del perfume vertido sobre el lomo
De tu experiencia; como la elegancia
De tu genio esculpido en piedra y cromo.
Y tu vibrar, España, en la sabia
Que nutre nuestra fe, lengua y cultura
Es, a veces, amor, y a veces rabia,
A veces ilusión si no aventura
Mas no te quiero solo como un sueño
Sino cual realidad que nos redima.
Estás en nuestra lucha, en nuestro empeño.
Sin tu amor no habrá flor, ni luz, ni cima.13
Madrid, marzo de 2012
1 D. Quijote de la Mancha. Pasaje del Capítulo II. Miguel de Cervantes Saavedra.
2 Ibid., cap.VIII.
3 Ibid., cap. XXI (se refiere D. Quijote al yelmo de oro de Mambrino).
4 Ibidem, 2ª Parte. Capítulo VIII.
5 Ibidem, cap. XLVI.
6 Pietro Gonella fue un famoso bufón de la corte de los Duques de Ferrara, que tenía un caballo tan escuálido que “todo era piel y huesos”.
7 D. Quijote de la Mancha, cap. I.
8 Guillermo Gómez Rivera, Con címbalos de caña, Sevilla, Moreno Mejías, 2011, p. 60.
9 D. Quijote, cap. XXVII.
10 Con címbalos de caña, ob. cit., p.22.
11 Ibidem, p. 47.
12 Ibidem, p. 86.
13 Ibidem, p. 102.