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Revista Filipina, Segunda Etapa. Revista semestral de lengua y literatura hispanofilipina.
Verano 2013, Vol. 1, N
úm. 1

ÁRTICULOS Y NOTAS
PDF: Una hipótesis—Rodao
PDF: Revista Filipina–Verano 2013


Una hipótesis que parece cumplirse

FLORENTINO RODAO
Universidad Complutense de Madrid

Hasta ahora, la idea predominante consideraba, a grandes rasgos, que la hispanidad de Filipinas había tenido un declive obvio a partir de la derrota frente a Estados Unidos en 1898, tras la cual por varias razones (tales como el alejamiento de España o la política de la nueva política colonial) ha llegado a la situación actual, en la que está reducida a un grupo minoritario y con un impacto muy limitado en el conjunto de la sociedad. Se han señalado varios momentos cruciales para datar el momento en que ese declive habría sido definitivo, o en los que la masa social hispanohablante perdía una capacidad crítica de autoregeneración. Y en general se ha hablado de un declive uniforme que se ha achacado tanto a razones propias (la desaparición de las personas educadas durante la colonización española) como ajenas (política estadounidense), pero sin señalarse un hecho determinado (con la excepción de la ocupación militar japonesa).
      Considero que es necesario reevaluar esta explicación, puesto que ese declive de lo hispano no ha sido homogéneo en el tiempo, sino que ha tenido altibajos importantes, y porque es necesario también enfatizar las motivaciones exteriores y especificar las interiores. Creo que es necesario considerar el período 1935-45 como el punto de no retorno de la hispanidad en Filipinas porque hasta entonces lo hispano había tenido una función para toda la sociedad mientras que tras la independencia en 1946 su función se limitó a grupo limitado dentro de la sociedad filipina. Además, entre las razones internas que condujeron a esa deshispanizacion, resulta necesario tener en cuenta las disputas internas, un hecho decisivo para entender su influencia hacia el resto de la sociedad. Esta hipótesis comencé a concebirla durante la investigación relativa a mi primera tesis doctoral, Relaciones Hispano-Japonesas 1937-1945 (Universidad de Madrid, 1993, bajo la dirección del catedrático Juan Carlos Pereira), para la cual hube de consultar documentación relativa a Filipinas relacionada con la ocupación japonesa y con el papel decisivo que tuvo del archipiélago en las relaciones bilaterales hispano-japonesas, tanto antes como después del ataque a Pearl Harbor. Entre esas referencias consultadas en la documentación diplomática del Archivo del Ministerio de Exteriores y Cooperación (AMAE), había referencias reveladoras sobre las expectativas de los hispanistas filipinos ante el final de la colonización americana y además en un congreso de la IAHA (International Association of Historians of Asia) en Hong Kong en el año 1993 pude comprobar el interés de los historiadores filipinos por mis contribuciones.
      
Franquistas sin Franco. Una historia alternativa de la Guerra Civil en Filipinas (Granada, Comares, 2012) contiene una parte de esa hipótesis de trabajo, como son los años de la Guerra Civil Española y del comienzo de la Mancomunidad Filipina (1935-1939). El libro es resultado de una investigación realizada desde el año 1993, con financiación de varias instituciones, como el Ministerio de Educación japonés o la Fundación Toyota. Mientras tanto, también he estado afiliado a varias universidades, en especial la Complutense y la de Tokio, pero también otras como la de Puerto Rico, Harvard o la del Pacifico Sur. Y como tantos otros investigadores y profesores universitarios, tengo la inmensa suerte de tener tiempo y financiación para buscar documentos, pensarlos y presentarlos en congresos académicos donde me han criticado, animado u obligado a repensar ideas previas.
      ¿Significa esto que sea cierta mi hipótesis sobre una deshispanización de velocidad variable en Filipinas, exógena y con un período álgido de una década? En absoluto, es una simple hipótesis como tantas otras que se presentan en el ámbito académico, de las cuales unas son refutadas y otras no. Torres más altas han caído y nadie puede asegurar que su investigación es definitiva; de hecho, como tantos otros libros,
Franquistas sin Franco perderá validez y acabara siendo considerado obsoleto con el paso de los años, aunque tengo la satisfacción de que mi Franco y el imperio japonés (Barcelona, Plaza & Janes, 2002) sigue siendo leído, citado y comentado, e incluso ha sido traducido y va a ser prontamente reeditado como e-book en Random House Mondadori. La hipótesis apuntada por Franquistas sin Franco, además, es simplemente un avance del trabajo que espero cubra la totalidad del período, desde 1898 hasta los años 1950, y por supuesto mientras continúo esa investigación seguramente habrá cambios que me permitan elaborar subhipótesis alternativas e incluso cambiar la idea inicial. Por de pronto, parece cumplirse, pero puede revelarse incorrecta en un futuro, total o parcialmente, como cualquier otra.
      Quizás, la contribución más importante es haber incorporado un estudio académico amplio y profundo a una discusión en la que
ha habido contribuciones significativas y aportes importantes, pero principalmente a través de artículos y estudios de breves, pero no monografías de carácter académico. Lo hispano en Filipinas después de 1898 necesita más estudios amplios e investigaciones con financiación suficiente para ser un trabajo académico de referencia: tiempo para permitir que los datos se piensen y reelaboren, congresos para presentar ideas, críticas y evaluaciones por pares previas a la publicación de trabajos parciales en revistas académicas, etc.
      Es un campo abierto y cualquiera puede incorporarse, pero el debate tiene unas características bien conocidas para ser académico: las críticas son bienvenidas y necesarias; las animosidades personales no deben interferir; la metodología ha de ser rigurosa; la constatación de hipótesis continua: las ideas y la documentación tomadas de otros textos han de ser reconocida y su exactitud verificada a través de citas, o que el papel de las ideologías políticas ha de ser secundario frente a lo que revela la documentación. En definitiva, para debatir, la única limitación previa es la rigurosidad, lo que ha de permitir que los resultados fluyan por sí mismos; en consecuencia, unos personajes salen mejor parados que otros, unas ideas se mantienen mejor que otras, etc. Eso es la ciencia y es una satisfacción que la
Revista Filipina, los artículos de sus páginas y las personas de su entorno estén contribuyendo de una forma tan animosa y desinteresada en el conocimiento riguroso de una faceta tan importante de la identidad de Filipinas. Muchas gracias por permitirme y dar la bienvenida a mis argumentos, espero también poder contribuir.