Verano 2013, Vol. 1, Núm. 1
ÁRTICULOS Y NOTAS
PDF: Repercusiones en Filipinas
PDF: Revista Filipina–Verano 2013
Aproximación a las repercusiones en Filipinas de la intervención estadounidense
CARLOS A. FONT GAVIRA
ABSTRACT
Después de expulsar a España de las islas Filipinas tras la guerra de 1898, los EE.UU. mostraron su verdadera faz y ahogaron en sangre los deseos de independencia de los filipinos. En un principio las promesas de libertad e independencia que pregonaron los estadounidenses fueron creídas pero muy pronto se reveló una nueva dominación colonial. Ésta es la historia de la primera guerra de liberación nacional del siglo XX. Un conflicto ocultado por algunos, no suficientemente tratado por otros y desconocido para la mayoría.
I.
Existe desacuerdo por definir al conflicto que sucedió, después de la derrota española de 1898, entre las tropas de invasión estadounidenses y los revolucionarios filipinos. Tradicionalmente se ha utilizado el término de “insurrección filipina”, que es como lo denominaron en un principio las autoridades militares de EE.UU. No es el término más correcto puesto que el conflicto fue más allá de una sublevación o rebeldía momentánea frente a los nuevos invasores. Estamos hablando claramente de una guerra abierta. En los tiempos actuales ya se maneja el término de “guerra filipino-estadounidense”, la primera guerra de liberación nacional del siglo XX. Por acotar unas fechas el conflicto bélico desarrollado entre Filipinas y el ejército invasor de EEUU se prolongó desde el 4 de febrero de 1899 hasta el 16 de abril de 1902. Una guerra que destacó por su intensidad y ferocidad y por la apariencia de genocidio que anticipó los horrores de la guerra de Vietnam de varias décadas más tarde.

Desembarco de soldados estadounidenses en Mindanao en el verano de 1898.
(Albert J. Beveridge)

Alegoría sobre la incorporación a los EE.UU. de Hawái, Cuba y Filipinas
Los que sí tenían una idea muy clara de los intereses estadounidenses y por dónde tenía que ir dirigida la política exterior de los EE.UU. eran los círculos imperialistas congregados en grupos industriales, comerciales y empresariales. Albert J. Beveridge declaró lo siguiente sobre el interés de permanecer en Filipinas:
Así pues, los discursos bienintencionados sólo servían de pretexto dulcificado de los intereses comerciales y económicos que eran los que instigaban al gobierno estadounidense a permanecer en el archipiélago filipino. Una nueva dominación se avecinaba a los filipinos. McKinley habló de “que la misión de los Estados Unidos es una misión de Asimilación Benévola”, con lo que los deseos de independencia nacional y libertad para el pueblo por los que habían luchado Rizal, Aguinaldo y otros, quedaron en suspenso. McKinley explicaría, también, que “los filipinos eran incapaces de auto gobernarse”, y que Dios le había indicado que no podían hacer otra cosa más que “educarlos y cristianizarlos”, a pesar de que las Filipinas ya habían sido cristianizadas por los españoles a lo largo de varios siglos.
II.
Mientras los estadounidenses hacían su política, los filipinos hacían la suya. Los filipinos, que ya habían declarado la independencia el 12 de junio de 1898, constituyeron provisionalmente un gobierno revolucionario para atender el esfuerzo de guerra y el 1 de enero de 1899, Emilio Aguinaldo fue declarado primer presidente. Más tarde organizó un congreso en Malolos, Bulacán, para redactar una constitución. Las tensiones entre los soldados filipinos y estadounidenses en las islas surgieron debido a los movimientos por la independencia, contrarios a la nueva colonización que se avecinaba, agravado por la presencia de más de 20.000 soldados de EE.UU. en las islas. El 23 de enero, como respuesta a los intentos asimilacionistas del gobierno estadounidense, los filipinos proclamaron la I República de Filipinas, la cual nació herida de muerte, pues no tuvo reconocimiento internacional por parte de ningún país. De haber triunfado, hubiera sido nada más y menos que el primer país asiático independiente tras la colonización. Por desgracia a principios de siglo XX no soplaban vientos de emancipación sino de dominación. Las hostilidades comenzaron el 4 de febrero de 1899, cuando un soldado estadounidense disparó a un soldado filipino que estaba atravesando un puente en el territorio estadounidense ocupado de San Juan del Monte; un incidente que los historiadores consideran el inicio de la guerra.
La administración del presidente estadounidense McKinley jamás emitió una declaración de guerra. El gobierno estadounidense pensaba que declarando la guerra, la insurrección filipina parecería una rebelión contra un gobierno legal, aunque la única parte de Filipinas bajo control estadounidense era Manila. Emilio Aguinaldo, uno de los próceres de la lucha contra los españoles y abanderado de la independencia filipina, fue tachado por los estadounidenses como “bandido fugitivo”. De esta manera se señalaba claramente al nuevo enemigo a vencer. Posteriormente, muchos años después, Emilio Aguinaldo, ante la pregunta del periodista filipino Guillermo Gómez Rivera sobre si se arrepentía de algo de su vida declaró:

Imagen de prensa mostrando la orden dada por el General Smith
“Matad a los mayores de diez” publicada en el New York Journal, en 1902.
El público estadounidense tan acostumbrado a ver en la filmografía títulos sobre las guerras en las que ha intervenido su ejército (Segunda Guerra Mundial, Vietnam, Irak…) no encuentra un solo título que se haga eco de esta guerra implacable en suelo filipino llevada a cabo por sus soldados. En este desierto cinematográfico cabe mencionar la excepción de la película Amigo (2010) del director John Sayles. La película se centra en Rafael Dacanay, cabeza del barrio de San Isidro, en una área arrocera de Luzón, Filipinas. Su hermano Simón, es jefe de la guerrilla local que ha expulsado a los españoles. Pronto llega una guarnición estadounidense al mando del Teniente Ike Compton para pacificar la zona y mantener la seguridad. La política de ocupación estadounidense evoluciona de “corazones y mentes” a “concentración” (lo que se denominó hamletting durante la guerra de Vietnam) y Rafael tiene que responder tanto ante los americanos como ante los patriotas filipinos, con consecuencias mortales.

Portada de la película Amigo (2010), dirigida por John Sayles
III.
A la par que se desarrollaba la guerra militar, la guerra cultural también se extendía. Ésta es una guerra más sutil y perversa pero con propósitos perniciosos. El objetivo era erradicar todo lo que significara el legado hispano de las islas: religión, idioma, costumbres. Según Luciano de la Rosa, autor de El Filipino: Origen y Connotación (Manila, 1960):
De hecho, a miles de kilómetros de distancia del escenario de guerra, en Madrid, se publicó un periódico en lengua española que dio voz a los que defendían la independencia de Filipinas y denunciaban la agresión estadounidense. Nos referimos a Filipinas ante Europa. Era un periódico quincenal que comenzó a publicarse en Madrid a partir del 25 de octubre de 1899, tras la ocupación militar de la excolonia española por parte de Estados Unidos. Su lema será “Contra Norte-América, no; contra el imperialismo, sí, hasta la muerte”. Como es de suponer la circulación del periódico fue prohibida por los norteamericanos en Filipinas. Sus editoriales eran bastante agresivos y directos pero reflejan la tremenda frustración de confiar (en EE.UU.) como sus valedores y verse tan vilmente traicionados. Para más ironía, el periódico se publicaba y editaba en la capital de la antigua potencia colonial a la que habían combatido tan ferozmente. Extraemos algunos ejemplos:
Al hablar de cifras siempre hay que ser cuidados pero un consenso general aporta la cifra de 20.000 militares filipinos y 4.234 estadounidenses muertos en la contienda. El número de civiles filipinos que perecieron como consecuencia directa de los enfrentamientos sobrepasó el millón de personas, más del 10% de la población (para una población que en 1899 rondaría los nueve millones).
Filipinas vio abortada su independencia, por la que tanto había luchado, cuando su supuesto aliado reveló su traición. La guerra para los filipinos fue algo dolorosamente frustrante pues sólo sirvió para sustituir una potencia colonial por otra. A partir de entonces se inicia una era de dominación estadounidense teniendo los filipinos el dudoso privilegio de ser unos de los primeros pueblos en padecerlo.
REFERENCIAS
MOLINA, Antonio, Historia de Filipinas, Madrid, Ediciones Cultura Hispánica, 1984.
TAN, Samuel, The Filipino-American War, 1899-1913, Quezon City, Universidad de Filipinas, 2002.
WOLFF, Leon, Little Brown brother. How the United States purchased and pacified the Philipipines, Singapur, Oxford University Press, 1991.