Segunda Etapa. Revista semestral de lengua y literatura hispanofilipina.
Verano 2021, volumen 8, número 1
ARTÍCULOS Y NOTAS
PDF: Los últimos de Oceanía…
LOS ÚLTIMOS DE OCEANÍA
JAVIER GALVÁN
Instituto Cervantes de Manila
No está muy de moda en España en los ambientes académicos, y en otros, lo concerniente a la religión cristiana en general y a la confesión católica en particular. Por razones que no son objeto de este artículo se valora más y se presta más atención a otras religiones y creencias, sobre todo a las de extremo Oriente, que a una religión que ha sido determinante en la génesis de la identidad europea.
….Este prejuicio hacia lo cristiano de buena parte de la sociedad española impide valorar, en toda su magnitud, la ingente labor educativa, humanitaria, culturizadora y civilizadora en definitiva, llevada a cabo durante siglos, y hasta la actualidad, por los misioneros españoles, desde Francisco Javier hasta Inmaculada Ochoa de Retana o Maruxa Pita.
….En Filipinas es todo lo contrario: hasta el más recalcitrante nacionalista antiespañol hace público su agradecimiento a España por haber traído a las islas la religión cristiana. Yo suelo decirles que no todos los filipinos son cristianos —aunque sí una inmensa mayoría— pero que todos los filipinos son filipinos, y que España por encima de la religión aportó, o propició, el surgimiento de una identidad nueva y propia que no existía antes de Legazpi: la identidad filipina; en la cual —en efecto— la religión cristiana tiene una importancia capital.….La evangelización de Filipinas, con todo lo que ello llevaba consigo, a cargo de misioneros españoles, tuvo su extensión en las islas Marianas primero y en los archipiélagos de Palaos y Carolinas casi ya al final de la etapa de soberanía española en Asia Pacífico, después. Esa presencia de misioneros españoles se mantuvo después de concluir esa etapa: a lo largo del siglo XX y en las primeras décadas del siglo actual, siendo en estos momentos testimonial y terminal. Alguna de las órdenes religiosas se establece en Oceanía entrado el siglo XX, como es el caso de las Mercedarias Misioneras de Bérriz.
….En un artículo anterior1, glosaba la figura de una de esas mercedarias, María Pérez Caballero, perteneciente a la última generación de misioneras españolas en los archipiélagos de la Micronesia. En la actualidad —me confirma Carlos Madrid director del MARC— sólo quedan allí dos hermanas españolas: Inmaculada Ochoa de Retana y Mercedes de la Sierra. Al igual que ocurre en Filipinas, los religiosos españoles han sido relevados en su casi totalidad por locales, lo que desde un punto de vista de sostenibilidad significaría la culminación exitosa de una empresa secular.
….Como decía en el artículo citado: “Llevadas por el empuje de su fundadora, la beata Margarita María de Maturana, las Mercedarias de Bérriz llegan a las islas del Pacífico en 1928, en concreto a la isla de Saipán primero y a la de Ponapé poco después. Desde entonces desarrollan una extraordinaria labor, en el ámbito de la educación, contribuyendo a la formación, hasta hoy mismo, de sucesivas generaciones de niñas isleñas”. Tienen abiertos establecimientos en Guam y Saipán, en las islas Marianas, en Koror (República de Palaos) y en Kolonia y Weno en los estados de Ponapé, y Chuuk respectivamente (Estados Federados de Micronesia).
….Tuve la fortuna de conocer todas esas escuelas —salvo la de Weno— allá por 1997. Yo buscaba entonces, por encargo de la Dirección General de Cooperación y Comunicación Cultural del Ministerio de Cultura, vestigios materiales de la presencia española en las islas Marianas, Carolinas y Palaos. Y pude conocer y entablar amistad con las que pudiéramos llamar “las últimas de Oceanía”: Rosario Arberas, María Pérez Caballero, Pilar Latasa (las tres fallecidas) y las mencionadas Mercedes de la Sierra e Inmaculada Ochoa de Retana. Con esta última —conocida cariñosamente como sister Macu— realicé en compañía de un personaje de leyenda, el jesuita Juan Bizkarra, un inolvidable viaje desde Koror, la capital de la república de Palaos, hasta la isla de Angaur, donde residió durante décadas el último jesuita español de los archipiélagos micronesios.
….Juan Bizkarra era un joven jesuita vasco recién ordenado —perteneciente a la provincia de Andalucía— cuyo primer destino misionero iba a ser Japón, a donde llegó precisamente cuando hicieron explosión las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki. Allí llevaba siete años otro jesuita vasco, el padre Arrupe2, a la sazón superior y maestro de novicios, que estaba en las proximidades de Hiroshima cuando fue lanzada la bomba atómica sobre esa ciudad. Salió ileso como otros siete jesuitas que estaban en las proximidades del epicentro. En el libro Yo viví la bomba atómica, Arrupe narra uno de los episodios más trágicos de la historia humana.
….Tras la rendición de Japón, pasó Bizkarra en 1946 a Palaos, entonces protectorado de Estados Unidos, en compañía del hermano Juan Ariceta. Ejerció como párroco de la isla de Angaur —donde tenía su residencia— y de Peleliu. Allí transcurrió su vida, hasta su fallecimiento en 1998.
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Llegué a Koror, la capital de Palaos, procedente de Guam, a donde había llegado a su vez procedente de Manila. Palaos es el archipiélago micronésico más cercano a Filipinas; pero dado que Guam es el centro neurálgico de esa región insular, y que allí se encontraba el MARC, y personas3 que mucho me podían ayudar en mi tarea de identificar vestigios de la época española en todas las islas objeto de mi trabajo de campo, decidí comenzar mi apasionante tarea en la mayor de las Marianas
….Tras hacer el ingreso en el hotel West Plaza fui caminando a la misión católica, donde me esperaba el obispo Félix Yab, también sacerdote jesuita, el primero palauano. Le recuerdo extremadamente afable, bueno y generoso; me dejó uno de los coches de la misión, el primer coche automático que conduje en mi vida. Pasé un enorme apuro la primera vez que lo aparqué, ya que, al intentar después ponerlo en marcha, no era capaz; tuvo que venir uno de los seminaristas que había almorzado con nosotros en casa del obispo, para enseñarme cómo se arrancaba. Debió de pensar que vaya pardillo era este arquitecto español que en su vida había conducido un coche automático. Tendrían que pasar bastantes años, hasta 2015 concretamente, para que tuviera un coche automático de mi propiedad, un Toyota RAV 4, con el que me hice cien mil kilómetros en menos de tres años por las carreteras, mayormente autopistas, marroquíes.
….Pocos vestigios relacionados con España encontré en Palaos; en la capital Koror, tan solo la iglesia del Sagrado Corazón, diseñada por el jesuita español Elías Fernández, consagrada en 1935, que sustituyó a la primera iglesia, fundada en 1891, de madera y nipa y en forma de abai4, destruida por un tifón en 1927. Y es que, aunque Ruy López de Villalobos descubriera el archipiélago de Palaos —al que denominó Arrecifes— en 1543, y aunque fuera posesión de la corona española desde 1686, no hubo presencia efectiva española hasta 1891 cuando capuchinos españoles comenzaron la evangelización de las islas, siendo reemplazados por capuchinos alemanes en 1906. Nuevos misioneros españoles, jesuitas de la provincia de Andalucía, llegarían bajo soberanía japonesa en 1921, entre ellos el mencionado Elías Fernández que, junto a los otros jesuitas que ejercían su misión en Palaos y en Yap, fueron confinados en 1946 en algún lugar de la isla de Babeldaob, la mayor de las de Palaos, desapareciendo misteriosamente5.
….Las Mercedarias de Bérriz se establecieron en Palaos en 1959. Pilar Latasa me había dado cuenta en Guam de la relación de hermanas que estaban en cada una de las islas que yo iba a visitar, y a todas les había anunciado mi vista. Así que Inmaculada Ochoa de Retana me recibió en Palaos —al igual que el obispo Yaob— con los brazos abiertos. Sister Macu es de esas personas que aunque las acabes de conocer parece que las conoces desde siempre. Macu me habló del monumento a la Inmaculada Concepción en la isla de Angaur, erigido en la punta noroeste de la isla en 1954 con motivo del centenario de la proclamación del dogma de la Inmaculada, como invocación para la protección de navegantes en aguas particularmente bravas. La financiación corrió a cargo del empresario catalán Manuel Conde Cabeza, a requerimiento de Juan Bizkarra, quien sugirió el emplazamiento de la imagen, que había sido esculpida en España, y su vocación marinera.
….Tenía pues que ir a Angaur —y a Peleliu— cuyas iglesias habían sido construidas por misioneros españoles. Quien más sabía de la historia de estos bienes patrimoniales, de la que había sido protagonista, Juan Bizkarra, se encontraba por suerte esos días en Koror, para adquirir provisiones que llevar a su isla. Conocí por fin al jesuita vasco que, a pesar de frisar los noventa años, seguía muy en activo, haciendo periódicamente los trayectos entre Angaur y Koror como pasajero a bordo de una pequeña avioneta Cessna 207 de la compañía Paradise Air.
….Enjuto, sabio, sereno, vivaz y alegre; se alimentaba a base de galletas crackers y queso. Moraba en él esa alegría de vivir que solo he visto en los misioneros. Era frecuente oírle silbar por lo bajines a modo de tarareo. A pesar de llevar toda la vida fuera de Euzkadi mantenía un orgulloso sentimiento vasco, prácticamente nacionalista. “Si vienes del ministerio tú debes ser españolista”, bromeaba conmigo. A pesar de las diferencias, en seguida se estableció entre nosotros una gran complicidad; ayudó, o igual no, el que yo le hablara de mi vinculación casi familiar con el País Vasco y de mis viajes desde la más tierna infancia a Durango y Deva.
….Quizás lo que más me impresionó de Bizkarra fue la naturalidad con la que asumía el sentido natural del fluir de la vida hacia el Absoluto; tras una dilatada vida de servicio a los demás, que daba la impresión consideraba plena a pesar de las renuncias que la vida sacerdotal implicaba, ya había hecho balance, y aguardaba con serenidad el final de su vida, esperando que tras su muerte y el paso del tiempo no quedara ya rastro de su paso por el mundo. Era un canto a la despersonificación del ser y a su integración en el Absoluto.
….Había sido una feliz coincidencia el encontrar a Bizkarra en Koror; así podía viajar con él hasta Angaur en la Cessna 207 de Paradise Air, que manejaban dos simpáticos y jovencísimos pilotos australianos. Para mayor gozo Macu, siempre alegre, elegante y positiva, decidió unirse a nosotros. Así es que nos embarcamos los tres en la Cessna, con las provisiones de Bizkarra. Angaur es una isla de tan solo ocho kilómetros cuadrados cuya población entonces no alcanzaba ni los 200 habitantes; excepto para lo más básico, tenían que aprovisionarse en Koror.
….El trayecto ente Koror y Peleliu —primera escala— sobrevolando las Rock Islands no puede ser más espectacular. De Peleliu seguimos rumbo a Angaur, donde además del monumento a la Inmaculada Concepción, visité la iglesia de Nuestra Señora del Rosario, cuya construcción finalizó en 1939, bajo la dirección del sacerdote jesuita Marino de la Hoz, con mano de obra chamorra procedente de Saipán. Fue reparada tras la II Guerra Mundial bajo la supervisión de Bizkarra.
….Angaur y Peleliu fueron escenario de tremendas batallas entre estadounidenses y japoneses en la SGM. Más de cincuenta años después seguía habiendo vestigios de ello por todas partes: desde casquillos de bala hasta restos de vehículos militares.
….Fuimos, claro, a la casa donde vivía Bizkarra, el cual había desarrollado un cierto síndrome de Diógenes, que se puede entender dadas las extremas condiciones de precariedad, lejanía de sus raíces, y aislamiento, en las que vivió gran parte de su vida. Tenía una muy nutrida colección de botellas de vidrio de vinos y licores, acumuladas durante muchísimos años, un verdadero museo Chicote, que supongo desaparecería con él.
….Muy cerca de su casa estaba el cementerio, donde sabía que en no mucho tiempo estaría su definitiva morada. Nos exhortó a Macu y a mí a visitarlo y a reflexionar ante la tumba de un ciudadano alemán6 cuyo epitafio expresaba esa misma idea del olvido del mundo y del abandono al Absoluto, que a él tanto le decía.
….Bizkarra se quedó en su casa en Angaur, mientras Macu y yo volvíamos a embarcar en la Cessna 207 de Paradise Air, de regreso a Koror, haciendo la consabida escala en Peleliu, donde esta vez sí, me bajé de la avioneta para proseguir mi trabajo de campo en esa isla, mientras Macu seguía hacia Koror.
….En Peleliu, que entonces contaba con unos seiscientos habitantes, visité la iglesia de Nuestra Señora de Lourdes, cuya dedicación tuvo lugar en 1950. Se levanta en un lugar en el que existía una roca, que los jesuitas Edwin McManus y Juan Bizkarra estimaron idónea para crear una Lourdes grotto en el interior de la iglesia, junto al altar. Pernocté en Peleliu, en una sencilla y cómoda vivienda que se alquilaba a los pocos extranjeros que por alguna razón decidían pernoctar en la isla y no en Koror, donde sí existían ya hoteles para turistas. No había televisión en la casa, ni smartphones en aquella época, pero me distraje muy bien hasta que me entró sueño, leyendo un cuaderno en el que los que me habían precedido en la ocupación de la casa habían reflejado, como si de un diario colectivo por relevos se tratara, las impresiones de su estancia y andanzas en Peleliu. Y al día siguiente, volví a vivir la inolvidable experiencia de sobrevolar las Rock Islands en sentido inverso, de vuelta a Koror7.
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El 18 de noviembre de 1998 el periódico Palau Horizon/Marianas Variety daba la noticia de que nueve personas, incluido un piloto filipino y su copiloto australiano de 19 años habían perecido a bordo de una Cessna 207 de la compañía Air Paradise, a media mañana en el aeropuerto internacional de Palaos, en medio de fuertes lluvias.
….Meses antes había fallecido Juan Bizkarra, que estaba a punto de cumplir los noventa años. Volví en dos ocasiones más a Palaos: en 1999 con la exposición “Islas del Pacífico: el legado español” en la que cristalizó mi trabajo de campo de los primeros meses de 1997; y más tarde en 2005, siendo director del Instituto Cervantes en Manila, cuando convoqué en Palaos la reunión anual del SPCC (Spanish Program for Cultural Cooperation), programa del Ministerio de Cultura de España, gestionado por el Instituto Cervantes, que concedía subvenciones para realizar proyectos culturales a propuestas enviadas por las universidades filipinas y de las islas del Pacífico. El obispo Félix Yaob también había fallecido, y sister Macu había sido trasladada a Saipán. Ahora me parece que todo aquello fue un sueño, pero fue una experiencia muy real.
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1 “«No soy 'monja', soy persona» (María Pérez Caballero, Bilbao 1940 - Saipán 2016) in memoriam”, en Revista española del Pacífico, 2017, núm. 25, pp. 239-240.
2 Pedro Arrupe era también doctor en medicina: fue un extraordinario alumno al que alabaron entre otros su compañero Severo Ochoa, y su maestro Juan Negrín. General de los jesuitas entre 1965 y 1983, es una de las grandes figuras de la historia jesuítica, en proceso de beatificación.
3 Mari Flor Herrero, empresaria española allí afincada; Marjorie Driver, a la sazón directora del departamento de Documentos españoles del MARC, su segunda, Omaira Brunal Perry, y la mercedaria Pilar Latasa.
4 Construcción tradicional de Palaos con cubierta a dos aguas de mucha pendiente (en forma de “a”) donde se reunían los líderes locales (lo que en Guinea Ecuatorial se llama “casa de la palabra”): la fachada frontal y las vigas del interior están decoradas con pinturas de muy vivos colores.
5 Ver catálogo de la exposición “Islas del Pacifico: el legado español”, comisariada por el autor.
6 Tras la pérdida de Filipinas y Guam, España vendió, en 1899, el resto de las Marianas, Carolinas y Palaos a Alemania.
7 Salvo Angaur, el resto de islas mayores de Palaos, Babeldaob, Koror y Peleliu se encuentran dentro de una barrera de coral, en aguas de poca profundidad (laguna), lo que dota de un colorido de enorme belleza a las aguas que las rodean, y en las que hay una enorme riqueza vegetal y animal.