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Revista Filipina
Segunda Etapa. Revista semestral de lengua y literatura hispanofilipina.
Invierno 2020, volumen 7, n
úmero 2

ARTÍCULOS Y NOTAS
PDF: De paso por Manila…

DE PASO POR MANILA:
IMPRESIONES DE FILIPINAS EN EL RELATO ESPAÑOL
DE VIAJES DE CIRCUNNAVEGACIÓN


DAVID R. GEORGE, JR.
Bates College

Resumen

En este ensayo examino las impresiones de Filipinas que aparecen en los libros de viajeros españoles, en castellano y en catalán, que dieron la vuelta al mundo entre el final de la Gran Guerra de 1914 y el comienzo de la Guerra Civil Española, en 1936. La que se considera época dorada del viaje, y del relato de viajes, es también la que inicia el fenómeno de los cruceros de circunnavegación que permiten experimentar en el mismo trayecto de ida y vuelta, lugares como Nueva York y Shanghái, La Habana y Calcuta o Marsella y Manila.

Palabras clave: Impresiones de viajes, circunnavegación, Manila, siglo XIX.


Un testimonio en tres momentos: 21 de junio / 21 de octubre / 8 de enero 2021
….La escala que realizaban los lujosos transatlánticos fletados por American Express y Thomas Cook en el puerto de Manila era, sobre todo, de carácter técnico, y no dura más de 24 horas1. No obstante, para el viajero medio, el principal atractivo de la escala reside en la resonancia exótica de un lugar que es no obstante administrado por Estados Unidos. Para el pasajero español, minoritario, la parada es anticipada con una mezcla de sentimientos: patriotismo, nostalgia amarga y cosmopolitismo eufórico. Mi análisis se centra pues en cómo se inscribe Filipinas dentro de la identidad cosmopolita que buscan estos autores españoles, al relatar un tipo de viaje que se hace posible gracias a los avances tecnológicos de una modernidad en la cual su patria apenas participa. Las diferentes imágenes, casi siempre limitadas a Manila, reflejan diferentes ideologías, las cuales determinan la manera de aproximarse a la ex-colonia española, símbolo de una decadencia nacional que parece poder conjurarse por medio de la narración.
….El corpus analizado comprende los capítulos dedicados a Filipinas contenidos en cinco libros que representan esa variedad dentro de los elementos comunes del género: La vuelta al mundo durante la Gran guerra (1922) de Lorenzo Bello; La vuelta al mundo de un novelista (1924) de Vicente Blasco Ibáñez; De París a Barcelona, passant per Honolulu (1927) de Joan Marín Balmas; Tot donant la volta al món, impressions (1927) de Antonio Serés; y Mi vuelta al mundo (1928) de Antonio Pérez de Olaguer.
….Viajar implica hacer alarde de esa compleja y contradictoria condición de estar en el mundo como en casa, que conlleva ser cosmopolita. Lo que define la razón de ser de viajar, articula Julia Kuehn, es salir de casa para ir a “lo lejano”, a lo que queda más allá de los confines geográficos y epistemológicos de lo conocido2. Para los viajeros españoles en Manila, esa vinculación entre viaje e identidad se ve invertida: es precisamente el encuentro en el Pacífico con lo familiar “lejano” lo que les permite poner de manifiesto su carácter cosmopolita. Según Ulf Hannerz, ese carácter resulta ser un marco de interpretación, “a mode of managing meaning”, que varía de acuerdo a la situación social en la que se halla el individuo3. Embarcarse para dar la vuelta al mundo, asumiendo la tarea de hacer una crónica de la experiencia, ofrece ese tipo de marco de interpretación para entender no solo Filipinas sino también otros muchos lugares visitados en ruta hacia el archipiélago y una vez pasado éste. Desembarcar en Manila supone para estos hombres a bordo, que por razones culturales y lingüísticas no se integran fácilmente con el resto del pasaje, mayoritariamente estadounidense, una plataforma para poder sentirse como en casa, a la vez que establecen esa sensación de distancia que parece distinguir al auténtico viajero del turista.
….Desde el Manila Polo Club en Pásay, Joan Marín Balmas admira la puesta de sol sobre la bahía, evocando con emoción la exploración que Magallanes dirigiese por primera vez en 1521: “Així devia ser la que veié i tant ponderà Magallanes en desembarcar en aquesta illa fa poc més de quatre segles” (Así debía ser la que viese y tanto ponderase Magallanes al desembarcar en esta isla hace poco más de cuatro siglos)4. Marín, o bien no es consciente, o bien elige eludir el hecho de que el navegante portugués no llegase a poner pie en la isla de Luzón. En cierto modo, la evocación del catalán del primer viaje de circunnavegación se hace eco del motivo que American Express usa para la promoción de sus cruceros alrededor del mundo, con imágenes de Magallanes y del español que le acompaña, Juan Sebastián Elcano.
….La referencia no obstante lleva implícito el significado histórico-cultural profundo que esas figuras tienen para el español que llega a Filipinas a bordo de esos lujosos barcos a la estela de la conmemoración del cuarto centenario de aquel primer viaje de exploración, celebrado en 1921 y 1922. Hacer parada en el archipiélago donde Magallanes muere y desde donde Elcano se dispone a completar el prodigioso periplo, una vez hecho ya la mitad, abre un paréntesis en el relato de viaje que permite establecer un vínculo especial con los primeros europeos que explorasen el lugar, por su común origen ibérico, y con aquellos que lo recogiesen en crónicas, por su papel de reporteros de la versión actualizada del mismo recorrido. Si para el pasajero estadounidense la efeméride añade un elemento de misticismo al viaje, y la escala en Manila una prueba de la hegemonía de su joven república, al reportero español la combinación de ambos provoca el impulso de revisar, cuando no reivindicar, el rol de España en la historia de la presencia occidental en el Pacífico5.
….Puede atribuirse al opúsculo de Bello de 1920, La odisea magallánica, reseña histórica del primer viaje alrededor del mundo, el hecho de iniciar el boom de publicaciones sobre viajes de vuelta al mundo, antiguos y contemporáneos, como el suyo propio titulado La vuelta al mundo durante la Gran Guerra6. Refiriendo como marco la emblemática expedición del siglo XVI, el escritor y traductor relata en dos partes su viaje a Barcelona desde Filipinas en 1917, donde reside desde de 1898, y su retorno a las islas en 19197.
….Le siguen en orden de publicación los tres volúmenes de La vuelta al mundo de un novelista de Vicente Blasco Ibáñez, basados en su viaje de 1923-24 a bordo del SS Franconia, de Nueva York a Marsella, y uno de los escritos de viaje más importantes del siglo XX en castellano. La escala del novelista en Manila aparece en la mitad del segundo volumen, tras su visita a Japón, Corea y China, y justo antes de ir a Singapur, Birmania e India. En 1928, Joan Marín Balmas publica sobre su recorrido un año antes en el SS Belgenland, con el título juguetón De París a Barcelona, passant per Honolulu (De París a Barcelona, pasando por Honolulu), rompiendo la escala en Manila un transcurso de 133 días con paradas en puertos similares a los de Blasco8. Otro tanto hace Tot donant la volta al món, impressions, de 1927, de Antonio Serés, traducido al castellano en 1930 como Dando la vuelta al mundo, que cuenta el viaje parte rumbo al Oeste en el SS Resolute, con escalas en Grecia y Tierra Santa e India antes de llegar a Manila y continuar por el resto de Asia y Estados Unidos. Cierra el ciclo de este tipo de relato de viaje de entre guerras Mi vuelta al mundo de Antonio Pérez y Olaguer-Feliú, también de 1928. Como Bello, este periodista y editor de tendencia carlista, tiene conexiones personales con Filipinas, como hijo menor del magnate inmobiliario Luis Pérez Samanillo, que mantiene sus inversiones en las islas tras volver a España durante la ocupación norteamericana. Su diario en dos partes describe su viaje a Manila desde Marsella vía Hong Kong, y su vuelta en dirección Oeste con paradas similares a los anteriores.
….En todos estos relatos, las descripciones de la bahía de Manila aparecen bien al principio o al final, a veces en ambos, como punto de llegada y de partida. También de modo simbólico, como sitio donde fuese destruida la flota española por parte del ejército norteamericano en mayo de 1898, poniendo final al gobierno colonial. En lugar de hacer referencia a la historia reciente, Bello, Blasco y Marín alaban la belleza natural con gestos retóricos que disipan la memoria de la debacle y hacen retornar el lugar a la belleza virgen que antaño hallasen españoles y portugueses. Bello vuelve la vista atrás según se aleja, rumbo a Hong Kong: “se veía confusamente con los prismáticos como una cinta azulada sobre la quietud plomiza de aguas tranquilas9. Blasco escribe tras pasar cerca de Corregidor, “un mar tranquilo, luminoso, como los lagos cantados en odas y romanzas” (200). Marín con similar tono bucólico ensalza la bahía grandiosa de intenso color: “les seves aigües tranquil·les, d’un verd intens” (sus aguas tranquilas de un verde intenso)10.
….Los tres usan la imagen de tranquilidad, un lugar común en la escritura de viaje sobre la extensa bahía que acoge con calma tras el cruce del impredecible Mar de China. La reiteración une sus experiencias sin duda con la de aquellos de otras nacionalidades y otros tiempos, no obstante funciona también para conjurar las connotaciones negativas y de imagen turbulenta que la bahía misma puede evocar en los lectores españoles con conciencia de lo ocurrido en sus aguas tres décadas antes11.
….Por el contrario, Pérez aborda directamente el doloroso pasado que le conecta, como a sus lectores, con las islas. Desde Hong Kong escribe: “La Perla de Oriente me aguarda. Me espera la que fue antaño tierra de España […] Esas islas maravillosas y fértiles que un día descubrieron nuestros antepasados12. Por el estrecho que separa Luzón y Corregidor, lanza una mirada a Cavite y lo señala como el lugar “donde los héroes españoles escribieron con su sangre una página de oro en la historia del mundo13. Acude a la tranquilidad de las aguas de intenso color como palimpsesto de su segundo capítulo, “En la Bahía de Manila”, en el que cuenta la llegada de su abuelo a Filipinas en 1860. La referencia a la historia nacional, de “nuestros antepasados” se revela ahí como literal, sin la necesidad de acudir a Magallanes y Elcano, pues cuenta el escritor con verdaderos y más cercanos ancestros cuyas proezas puede usar como marco del relato14. Se trata de una vinculación que quizá erosiona el valor de su texto en su dimensión cosmopolita, pues declara la falta de intención de establecer distancia del lugar propio, de casa, para ver Filipinas ante todo como colonia perdida.
….En tono más distante, Serés comienza con la invocación de conquistas pasadas “cuando España se hallaba en el período álgido de su poderío, un puñado de hombres atrevidos conquistaron este archipiélago, que bien puede considerarse como lo mejor del Mundo15. Unos párrafos después revela que la reflexión es inspirada no por la capital en Luzón, sino por el Puerto de Zamboanga en Mindanao, sitio del asentamiento español en 1596. El punto de llegada no es tan relevante como el motivo de evocación lejano en el tiempo: “Siglos atrás”. Si bien no puede ignorar la historia, deja bien claro el distanciamiento respecto a ella que le permite conectar con lo extranjero del presente de Filipinas. Serés reserva para el momento de partida, según su barco bordea los astilleros de Cavite, la calamidad 1898: “Allí hundieron la escuadra española y con ella los pocos y ricos vestigios de uno de los más grandes imperios que registra la historia del Mundo16.
….Bello, anticipando su llegada a Hong Kong, y como último pensamiento de partida desde Yokohama (Japón), reflexiona sobre la continuidad del significado para España de Filipinas. En lugar de nostalgia imperial, ve la antigua colonia como plataforma en el Pacífico Sur desde donde España puede redefinir y reafirmar su presencia en el contexto de la gran transformación del mundo que surge tras la Gran Guerra: “una admirable base futura para la conquista de los mercados de China17. No tiene dudas sobre una futura independencia de Filipinas, reclamando el pasado colonial como ventaja más que como impedimento para el progreso en el siglo XX. Sobre el inminente peligro de Japón como poder colonial emergente declara: “Entre los dos archipiélagos, más que la sabana del mar media el abismo de trescientos años de cristiana cultura, que han hecho de los filipinos el pueblo más civilizado del Extremo Oriente18. El porvenir del país depende de tres pilares: total independencia; protección militar continua de Estados Unidos; y fuertes lazos culturales y comerciales con España, “a quien debe toda la base de su civilización19.
….La huella civilizadora de los españoles en Filipinas, profundizada por los invasores americanos es tema común en Blasco, Serés y Marín. Una vez en tierra, estos topan con un sentido de conexión-desconexión que provoca desazón y alivio a la vez. Serés declara “En Manila parece que uno se encuentra en Europa20. Marín da más detalles de esa sensación contrastando Manila con otras capitales de Asia, refiriéndose a una proximidad de gustos y “civilización”: “Els que entren a Manila procedents del Japó i de la Xina hi troben el necessari descans de l’esperit. Ací la gent és de la nostra civilització i dels nostres gustos” (Los que entran en Manila procedentes del Japón y de la China encuentran el necesario descanso del espíritu. Aquí la gente es de nuestra civilización y de nuestros gustos)21. También Blasco reconoce “la capital filipina como algo que vive aparte de todas las sensaciones aglomeradas durante mi viaje22 (201). Para Pérez, una vez más, la gente es literalmente la suya: “Y saqué por fin la conclusión de que en Manila, o había muchos españoles o habían venido todos a recibir al Empress of Russia, ya que no tengo la pretensión de que toda aquella simpática gente acudiera a bordo con el exclusivo objeto de saludarme23. Experimenta este autor el lugar como si fuese una España con “cierta elegancia oriental”24. Esto se reconoce como un sentimiento en absoluto cosmopolita, siguiendo la idea de Paul Theroux del viajero anti-cosmopolita como aquél que busca una idealizada versión de su propio país con elementos exóticos25. Resiste pues Pérez lo impredecible y distinto que estimula a los otros autores, especialmente Blasco y Serés.
….La referencia de Marín a la civilización en el pasaje anterior reitera la visión de Bello de que la conquista española marca el principio de la historia filipina, un discurso que Blasco comparte pero con mayor sensibilidad hacia la contribución de otras culturas:





Deseo volver sin prisa a este país, donde se mezclan en el momento presente tres siglos de civilización española, el aporte continuo de los Estados Unidos, nación la más progresiva de nuestros tiempos, y las influencias que envían diversos pueblos de la tierra por encima del océano […]26.
….Serés reitera la noción junto con la de la iniciativa española como trágica: “España impuso allí su lengua y su religión. De lo que no se preocupó mucho fue de hacerse amar o cuando menos de establecer lazo de mutua conveniencia […]”27. A pesar de comenzar y concluir con la idea de pérdida, no hay nostalgia. Más que frustración o rencor, encuentra ironía: “Hoy [los filipinos] gozan de una autonomía que en su régimen interior es verdadera libertad, no era otra cosa lo que, al empezar las pasadas revueltas pedían a España28.
….Manila sorprende por su limpieza, y por la paz y tranquilidad, “descans del esperit” (descanso del espíritu), que Marín encuentra positivamente familiar en las calles de Manila29. Blasco dice: “Mi primera impresión al visitar Manila fue igual a la del que entra en una casa pulcra y clara, después de haber atravesado varias calles rebullentes de muchedumbre30. Serés observa que: “Las amplias explanadas ganadas al mar han sido bellamente edificadas y urbanizadas […] y por el aspecto de las tiendas, así como por la gente que viste elegantemente a la europea, uno llega a olvidar que se encuentra en el Extremo Oriente31. Pérez de igual modo escribe una “primera impresión excelente. Paseos asfaltados, limpios, amplios, alegres32. Observa James Buzard que comentar sobre la suciedad, la limpieza y la urbanidad es táctica común en la práctica de describir lugares extranjeros para medirlos con los estándares del propio país33. Elogiar la pulcritud de Manila y su gente reafirma indirectamente el legado colonial español, sugiriendo incluso una superioridad, al establecer comparación peyorativa con la dejadez observada en los puertos británicos franceses y holandeses en China, Indonesia e Indochina. No se peca tampoco de ingenuidad al reconocer que esa apariencia, más allá de una base histórica, debe mucho a lo construido por Estados Unidos sobre fundación española.
….La visible impronta arquitectónica y de trazado urbano, en particular del pintoresco distrito de Intramuros, pero también de los modernos distritos de Ermita y Malate, despierta expectativas de que el viajero escritor vaya a establecer una correlación con el idioma. El posible mayor entendimiento facilitado por el habla del castellano resulta ser un mal cálculo de la extensión del esfuerzo colonial y su persistencia en las islas. Blasco concluye con una descripción larga del sistema público de educación, donde defiende como lógica y positiva la implantación del inglés como lengua principal: “La escuela de primera enseñanza emplea la lengua inglesa. Los profesores Filipinos dan sus lecciones en inglés, con arreglo. El español únicamente se estudia en la segunda enseñanza y en la Universidad como una lengua extranjera34. Para disipar más las expectativas de una utilización oficial del castellano, explica su uso clandestino como arma de disidencia política: “Jamás se ha hablado tanto en Filipinas la lengua española. En tiempos de nuestra dominación, el pueblo, como señal de protesta hablaba el tagalo35.
….Serés, sin duda familiarizado con el texto de Blasco, no alberga ilusiones sobre el estatus de la lengua como vehículo para un mayor conocimiento del país y sus habitantes. Comenta sorprendido: “Pude hablar castellano con mucha gente”, y añade: “No obstante, en alguna tienda donde entré, la mayoría de la gente joven ya no me entendió36. Con “ya no”, localiza el uso del castellano en el pasado, observando una realidad presente dominada por el tagalo en la calles y el inglés en la escuela. También la paradójica utilización entre la élite, y en asociación con el movimiento independentista: “¡Ironía de la vida y de la historia! Precisamente los que más distinguieron contra la dominación española emplean la lengua de España como protesta contra la actual dominación37.
….Marín aborda la realidad lingüística de forma algo diferente, pero que deja expuesta la importante faceta de la identidad cosmopolita que persigue cualquier viajero alrededor del mundo. El sentido de familiaridad que se le apodera a su llegada, ya referido, se renueva al escuchar el catalán: “A més, la colònia catalana hi és nombrosa i entre ella es troben amics dilectíssims amb qui hom pot parlar la nostra llengua, cosa de la qual un sent fam després d’uns mesos de dejuni” (Además, la colonia catalana es numerosa y entre ella se encuentran amigos queridísimos con quienes se puede hablar nuestra lengua, cosa de la cual uno siendo hambre después de unos meses de ayuno)38. Efectivamente, a finales de la década de los veinte, el catalán se conserva entre la comunidad de expatriados originarios de Cataluña que arraiga allí durante los primeros años de ocupación norteamericana, alrededor de empresas como la Compañía General de Tabacos39. El castellano también persiste, al margen de la disidencia, como resultado de los intereses comerciales que permanecen, al igual que las instituciones religiosas y culturales.
….A Blasco se le brinda una fiesta a bordo del Isla de Panay, barco correo con servicio entre Barcelona y Manila, y también en el Casino Español, sede de la Cámara de Comercio Española y del Consulado. Da conferencias en castellano en este último lugar, así como en el Opera House y la Escuela Normal, donde le escuchan con orgullo la comunidad expatriada40. La presencia de residentes de nacionalidad española en general aumenta el sentido de conexión entre el viajero y el lugar, sacando a la luz los vestigios vivos de un pasado colonial reciente, a la vez que aporta una comunidad con la que compartir la ilusión cosmopolita de sentirse en el mundo como en casa. Blasco empieza su discurso en el Opera House: “Hace unas horas nada más que estoy en Filipinas, y sin embargo, me considero como si estuviese en mi propia casa y rodeado de mi familia41. No obstante, como alerta Hannerz, el expatriado es a menudo un cosmopolita imperfecto, especialmente cuando el contacto con la otra cultura se enmarca en una estructura post-colonial42. Esto se manifiesta en el caso de Pérez, quien narra la experiencia de verse frente al Luis Pérez Samanillo Building, marca dejada por su familia en las islas43. La continua presencia física de su familia representada en el emblemático edificio de estilo art decó deshace la potencial identificación con Filipinas más allá del reducto colonial remanente.
….Mientras que Marín concluye su exploración de Manila en el Polo Club y Pérez lo hace delante de la sede del negocio de su familia, todavía en auge, ambos Blasco y Serés finalizan su recorrido por la ciudad en sus cementerios. El primero describe el Parque de Paco, que fuese el antiguo camposanto de la ciudad, el cual para los años veinte había sido trasformado en unos elegantes jardines públicos:




Atravesamos un jardín con unos arbustos grandes como árboles y flores enormes de un rojo mágico, que recuerdan el jardín encantado de Klingsor en la leyenda wagneriana de Parsifal. Algunos pasos más allá empiezo a ver tumbas entre esta vegetación maravillosa, y me entero de que marchamos por un cementerio. Creo que en ninguna parte de la tierra la fealdad de la muerte ha logrado ocultarse bajo una envoltura tan seductora44.
….El escritor no menciona que aquel lugar fuese donde se hiciesen descansar temporalmente los restos del héroe nacional, José Rizal45. Tampoco alude a otras figuras ilustres del pasado de España que fuesen ahí enterradas. No obstante, la evocación del jardín mágico de Klingsor, donde los caballeros se distrajeran de su búsqueda del Santo Grial, tiñe la descripción de una ambigüedad nostálgica. El nuevo espacio pone en evidencia la manera en que la modernidad del ensanche urbanístico, descrito unas líneas antes, es de continuo amenazada por la exuberante vegetación de las islas, que rápidamente cubre las huellas de sus ocupantes y sus misiones civilizadoras. Con un poco menos de romanticismo wagneriano, Serés simplemente se ve con tiempo de sobra en Manila, y se adentra en el Camposanto de La Loma, donde observa cómo el vasto espacio abierto en 1884, que limita la ciudad por el norte, se divide en secciones segregando a filipinos, españoles, norteamericanos y chinos. De modo más significativo, también éste comenta la vegetación que crece y borra la memoria de los españoles que murieron en el archipiélago, en contraste con las tumbas bien mantenidas de otros habitantes cuyos descendientes continúan moldeando el futuro de la ciudad y la nación46.
….La aspiración a ser ciudadano de mundo, que reside en la base del cosmopolitismo como concepto, se ve motivada no tanto por el deseo de tener contacto con un Otro, como por el derecho a disfrutar de una libertad individual que le trae la capacidad de movilidad47. El viajero cosmopolita entiende y apoya por tanto las luchas por una libertad e independencia nacionales de los lugares que visita como parte de un ideal que a largo plazo cree una comunidad de naciones48. Bello, Blasco y Serés hacen observaciones explícitas respecto al movimiento independentista en Filipinas y a su futuro posible como nación. Con ello reafirman su carácter cosmopolita, dejando a un lado ansiedades post-coloniales y mostrando su capacidad de identificarse con el pueblo filipino, así como con la intelectualidad de habla española y la disidencia política que aspira a construir una nación libre e independiente.
….Bello continua con un pasaje sobre la importancia geopolítica del archipiélago, citado anteriormente, declarando: “Las Filipinas, progresivo país, hoy próximo a su independencia, está poblado por la raza más hospitalaria de Oriente […]”49. En contraste con Hong Kong, desde donde escribe ya esas líneas, la realidad de una Filipinas independiente es palpable, gracias a su nivel de civilización, al legado de 300 años de gobierno colonial español, que se resumen en el adjetivo “hospitalario”. Serés, de igual modo, en las líneas antes referidas sobre la continuidad del uso del castellano, celebra cómo el idioma del antiguo colonizador, como raíz y símbolo de una humanidad compartida, deviene forma de protesta de la dominación norteamericana, con la que el escritor puede identificarse50.
….No deja Blasco de manifestarse en un tono similar en su larga tirada sobre la independencia de Filipinas: tiene la cautela de expresar su admiración por los Estados Unidos, al tiempo que reconoce un vínculo común con las aspiraciones de libertad de los filipinos: “me inspira un afecto fraternal el pueblo filipino. Después de mi paso por Manila, admiro su fe y su tenacidad para conseguir una existencia independiente, y deseo que obtenga todo lo que pueda favorecer su bienestar y su progreso51. Por lo que respecta a Marín y a Pérez, ninguno de los dos toca el asunto; el primero quizá como alarde de su condición de puro turista y, el segundo, de mera indiferencia hacia la política local.
….Se puede resumir pues, que la escala en Manila en el relato español del viaje alrededor del mundo tiene una doble función: primero, situar a escritores y lectores frente al ocaso imperial español, habiendo de admirar la trasformación del archipiélago bajo el control norteamericano. Segundo, servir de detonante para la reivindicación del lugar que España ocupa antes de ese ocaso, al mostrar los cimientos que deja para la construcción de la nueva república independiente que ha de emerger sin duda. A la estela de esto, me atrevo a añadir otra variante, conclusiva si se quiere, de esa función: señalar que, si bien fue pionera la iniciativa de aquellos conquistadores que abrieron ruta de intercambio entre Oriente y Occidente y pusieron las bases de un proyecto que se llamó “civilizador”, la pérdida de la colonia en el Pacífico también lleva las marcas que sitúan el legado de España como primera potencia en haber asimilado el arduo proceso de descolonización como trayectoria inexorable dentro de la historia moderna. Esta maniobra discursiva no constituye una apología del imperialismo español, ni tampoco un deseo de ver fracasar en su propio proyecto de expansión a la joven nación americana que le arrebatase el control de sus colonias. El filtro de la ideología cosmopolita e internacionalista que abraza cada autor en su aventura de circunnavegación y de escritura, dentro de las variantes que el conjunto presenta, hace que la revisión velada del pasado imperial español sirva de plataforma para comentar la delicada situación geopolítica de la década de los veinte, y en última instancia, hacer condena del imperialismo.

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1   Al término de la Gran Guerra (1914-1918) y con el consecuente impulso de la economía de Estados Unidos, aumenta considerablemente la demanda de cruceros de todo tipo entre los ciudadanos de ese país, animados a viajar por el extranjero y por la novedad que supone la apertura del Canal de Panamá en agosto de 1914 y la posibilidad que ofrece de circunvalar el globo. La salida del SS Laconia de Nueva York en noviembre de 1922 supone el primero de tres viajes fletados por la compañía American Express para la temporada 1922-23. En años siguientes serán hasta siete los ofrecidos por una cantidad de empresas de viajes en ambas direcciones, este y oeste; un fenómeno que dura toda la década y continua en la siguiente, a pesar de la crisis mundial, hasta el avenimiento de la II Guerra Mundial.
2   Julia Kuehn, “Colonial Cosmopolitanism: Constance Cumming and Isabella Bird in Hong Kong, 1878”, en Julia Kuehn y Paul Smethurst (coords.), New Directions in Travel Writing Studies, Basingstoke, Palgrave Macmillan, 2015, p. 264.
3   Ulf Hannerz, “Cosmopolitans and Locals in World Culture”, Theory, Culture & Society, 1990, vol. 7, p. 238.
4   Joan Marín Balmas, De París a Barcelona passant per Honolulu, Barcelona, Llibreria Catalónia, 1928, p. 165.
5   A partir de1890 se publican en Estados Unidos numerosos libros de viaje e informes sobre las Filipinas, en los cuales se plantea el rol del país en el desarrollo y el progreso del archipiélago. Ver por ejemplo Mary H. Fee, A Woman’s Impressions of the Philippines, Cambridge, University Press, 1910; Felix M. Motley, Our Far Eastern Assignment, Garden City, Doubleday, 1926; Nicholas Roosevelt, The Philippines: A Treasure and A Problem, Nueva York, J. H. Sears, 1926.
6   El folleto de 35 páginas publicado en Nueva York se trata de un resumen dirigido al gran público del periplo de Magallanes y sus compañeros. Ver Lorenzo Bello, La odisea magallánica, reseña histórica del primer viaje alrededor del mundo, Nueva York, 1920. En cuanto al boom de publicaciones, hacia 1922 la editorial Espasa-Calpe ofrece más de 15 títulos en su colección “Los grande viajes clásicos”, entre ellos una edición especial de la traducción a cargo de Francisco Ruiz Mocuende del Primer viaje en torno del globo de Antonio Pigafetta, así como nuevas ediciones de los libros de viajeros como Bourgainville y el Capitán Cook.
7   A diferencia de Blasco, Marín y Serés, quienes dan la vuelta al mundo en lujosos cruceros, Bello viaja en una combinación de barcos y trenes. Por lo tanto, su narración más que en el placer de la circunnavegación se recrea en el tránsito banal entre España y Filipinas.
8   El volumen lujosamente encuadernado e ilustrado se divide en tres partes: el exótico paraje Honolulú evocado en el título marca el límite entre “Occident” (Occidente) y “Extrem-Orient” (Extremo Oriente), y el estrecho de Malaca, el de “Orient” (Oriente).
9   Lorenzo Bello, Viaje alrededor del mundo durante la Gran Guerra, Jaén, Ginger Ape Books & Films, 2014, p. 19.
10   Marín, p. 163.
11   Por citar un ejemplo, la americana Mary H. Fee describe, “The sea was glassy save when a school of porpoises tore it apart in their pursuit of flying fish. On its deep sapphire the islands seemed to float […]”, ver Fee, p. 41.
12   Antonio Pérez de Olaguer, Mi vuelta al mundo: de Occidente a Oriente por Suez, Barcelona, Rafael Casulleras, 1928. p. 144.
13   Pérez, p. 146.
14   Pérez, p. 146.
15   Antonio Serés, Dando la vuelta al mundo, Barcelona, Editorial Cervantes, 1930, p. 113.
16   Serés, p. 117.
17   Bello, p. 39.
18   Bello, p. 74.
19   Bello, p. 75.
20   Serés, p. 115.
21   Marín, p. 163.
22   Vicente Blasco Ibáñez, La vuelta al mundo de un novelista, Madrid, Alianza, 2007, vol. 2, p. 201.
23   Pérez, p. 152.
24   Pérez, p. 152.
25   Paul Theroux, Sunrise with Seamonsters: A Paul Theroux Reader, Boston, Houghton Mifflin, 1986.
p. 133.
26   Blasco, p. 201.
27   Serés, p. 113.
28   Serés, p. 113.
29   Marín, p. 163.
30   Blasco, p. 203.
31   Serés, pp. 115-116.
32   Pérez, p. 152.
33   James, Buzard, The Beaten Track: European Tourism, Literature, and the Ways to Culture, 1800-1918, Nueva York, Oxford University Press, 1993, pp. 173-174.
34   Blasco, pp. 215-216.
35   Blasco, p. 216.
36   Serés, p. 115.
37   Serés, p. 115.
38   Marín, p. 163.
39   Sobre el estado de la lengua y la comunidad catalana en Filipinas, ver Joan Garrabou, Presència catalana a les Filipines, Barcelona, Publicacions de L’Abadia de Montserrat, 1998.
40   Ver José Hernández Gavira, Vicente Blasco Ibáñez en Manila, Manila, The Times Press, 1925.
41   Vicente Blasco Ibáñez, “Influencia de España”, en Hernández, p. 75.
42   Hannerz, p. 243.
43   Pérez, p. 153.
44   Blasco, p. 203.
45   Rizal fue enterrado en el Cementerio de Paco el 30 de diciembre de 1896; sus restos fueron exhumados en 1898 y guardados en la casa familiar hasta la inauguración del monumento erguido en Luneta en 1912.
46   Serés, pp. 116-117.
47   Bo Stràth, “World History and Cosmopolitanism”, en Gerard Delanty (coord.), Routledge Handbook of Cosmopolitanism Studies, Nueva York, Routledge, 2015, p. 78.
48   Stràth, p. 78.
49   Bello, p. 39.
50   Serés, p. 115.
51   Blasco, p. 205.