Segunda Etapa. Revista semestral de lengua y literatura hispanofilipina.
2024, volumen 11, números 1-2
RESEÑAS Y COMENTARIOS BIBLIOGRÁFICOS
HISTORIA Y ACTUALIDAD DEL CÓMIC FILIPINO:
LA RECUPERACIÓN DE LOS GRANDES CLÁSICOS
ISAAC DONOSO
Universidad de Alicante
Patricia May B. Jurilla, Tagalog Bestsellers of the Twentieth Century.
A History of the Book in the Philippines,
Ciudad de Quezon, Universidad Ateneo de Manila, 2008, 266 pp.
[ISBN: 978-971-550-563-5]
Francisco Coching, Lapu-Lapu,
edición de Terry C. Bagalso,
Ciudad de Quezon, Atlas, 2009, 118 pp.
[ISBN: 971-751122]
Francisco Coching, El Indio,
restauración digital, color e introducción por Gerry Alanguilan,
prólogo de Filomena N. Coching,
Ciudad de Quezon, Vibal, 2009, 178 pp.
[ISBN: 978-971-0538-02-7]
Patrick D. Flores (ed.), The Life and Art of Francisco Coching,
Ciudad de Quezon, Vibal, 2010, 222 pp.
[ISBN: 978-971-0538-07-2]
Francisco Coching, Ang Barbaro,
restauración digital y color por Elvis Butihen, Ryan de la Cruz
y Kenneth Parungao,
prólogo de Bienvenido Lumbera,
introducción de Patrick D. Flores,
Ciudad de Quezon, Vibal, 2016, 162 pp.
[ISBN: 978-971-97-0694-6]
Alfredo Alcalá, Voltar,
edición de Manuel Barrero,
entrevista a Christian Alcalá,
Paterna, Aleta, 2024, 144 pp.
[ISBN: 978-84-18589-32-4]
A raíz de la reciente publicación por la editorial valenciana Aleta de la recopilación de los primeros episodios dedicados a Voltar —figura mítica de Alfredo Alcalá—, parece necesario hacer capítulo de un proceso que, desde Manila a San Diego, pasando ahora por Valencia, en las últimas décadas ha tratado de hacer justicia al noveno arte filipino. No se trata de una más de las diversas tradiciones locales que, de forma cómica y episódica, en tiras aisladas de prensa, o como divertimento proletario, se pueden haber desarrollado en cualquier lugar del mundo. No, el dibujo y producción de cómics en Filipinas fue una industria potentísima, que produjo extraordinarios resultados artísticos, literarios y cinematográficos y que, una vez saturado el mercado, exportó a decenas de dibujantes para trabajar en DC o Marvel. En este comentario bibliográfico vamos a intentar trazar un hilo narrativo que nos explique los principales hitos en la historia del cómic filipino, y las referencias que, en los últimos años, han recuperado la obra de sus grandes clásicos, sobre todo Francisco Coching y Alfredo Alcalá.
…..La historieta, la narración secuencial de una historia a través del dibujo y la imagen, como producto cultural que se extiende popularmente y suele tener aparición periódica, es ciertamente una expresión artística contemporánea, con poco más de un siglo de desarrollo. No obstante, desde las pinturas rupestres, o el arte jeroglífico egipcio, ya se puede identificar la necesidad expresiva humana de contar una historia a través de la secuencia gráfica. En época medieval y moderna se difunden por ejemplo en España la auca o la aleluya, estampas cuadriculares acompañadas cada una de ellas de un pareado explicativo. En Filipinas debieron de existir, al menos para relatar e ilustrar la pasión de Cristo. Recordemos las imágenes de Nicolás de la Cruz Bagay en la Mahal na Passion ni Jesu Christong Panginoon Natin na tola de Gaspar Aquino de Belén, en la edición de 17601. Por otro lado, las propias imágenes del Códice Boxer pueden considerarse precedente de la narración de relatos a través del dibujo, por ejemplo, en el galeón inicial que arriba a la isla de Guam, donde diferentes tipos de contactos con los indígenas chamorros se esbozan.
…..Tradicionalmente se suele dar inicio a la historia del cómic en Filipinas el 11 de enero de 1929, con la publicación de Mga kabalbalan ni Kenkoy (Las travesuras de Kenkoy)2. Kenkoy (diminutivo filipino de Kiko, Francisco) era un caricaturesco personaje que protagonizaba anécdotas callejeras y de la vida cotidiana, escritas por Romualdo Ramos y dibujadas por Antonio Velásquez. Algunos se aventuran más atrás, y señalan que ya José Rizal había dibujado una historieta en su cuento de “La tortuga y el mono”, dando inicio con ello también a la literatura infantil filipina3. En efecto, con fecha de 1885 en París, Rizal contribuyó a la historia de la ilustración gráfica filipina al dibujar el cuento en forma de historieta. La obra vio la luz sólo en una traducción inglesa que Rizal realizó para la revista Trübner’s Record. A Journal Devoted to the Literature of the East, aparecida en julio de 1889, en el artículo “Two Easter Fables”, sin dibujos. Los dibujos se reprodujeron en Filipinas en “The Tagalog Story of the Monkey and the Tortoise Illustrated by José Rizal”, en Austin Craig, Lineage, Life and Labors of José Rizal, Philippine Patriot. A Study of the Growth of Free Ideas in the Trans-Pacific American Territory (Manila, Philippine Education Company, 1913, pp. 266-279):

Fig. 1: Cuarta imagen de la historieta ilustrada por Rizal
del cuento de la “La tortuga y el mono”
[Craig, ob. cit., p. 269]
…..Lo cierto es que probablemente nos podemos remontar más atrás a la hora de hablar de la historieta en Filipinas, pues el periodismo en las islas fue asombrosamente prolífico durante el siglo XIX4. Fueron decenas las publicaciones periódicas que se imprimían en el archipiélago, entre ellas varias dedicadas al humor literario y gráfico, a la ilustración, al dibujo artístico y los grabados, ingente material sobre el que se pueden encontrar los cimientos de la historieta. Por traer a colación un caso entre otros muchos, podemos señalar los típicos anuncios dibujados y relatados en secuencia que El Caneco. Periódico ilustrado, satírico-cómico-humorístico, publicada en sus últimas páginas:

Fig. 2: El Caneco, Manila, año I, núm. extr., 21 de enero de 1890.5
…..Volviendo a Tony Velásquez y su Kenkoy, el personaje apareció en una revista monolingüe en tagalo, Liwayway (Amanecer), fundada por Ramón Roces sobre las cenizas de la trilingüe Photo News. Alegando que el público no compraba la revista por no saber alguno de los tres idiomas (español, inglés y tagalo) —lo que suponía parece ser un desperdicio—, Ramón Roces apostó por una revista de difusión masiva y popular exclusivamente en tagalo, apostando en consecuencia por este idioma como la lengua del pueblo6. No es cuestión menor, pues en este periodo de entreguerras se estaba decidiendo el futuro lingüístico del archipiélago, y Ramón Roces —quien dominaba y dominaría el mercado de la publicación periódica— apostó por fomentar el tagalo7. Frente a la colonización norteamericana y el sistema liberal, se imponía democráticamente la voz del pueblo, respondiendo a las advertencias de las caricaturas:

Fig. 3: When Filipinos speak English only / Cuando los Filipinos hablen solamente inglés
The Independent, November 27, 1915.8
…..Otros rotativos políticos publicarán también durante estas primeras décadas del siglo XX caricaturas, y animarán el debate público filipino, como Philippine Free Press, Lipang Kalabaw o Sakdal. En efecto, tal como los americanos generalizaban despectivamente al “Little Brown Brother”, se va conformando la idea de “Juan de la Cruz”, aquel tao filipino, uno más del taumbayan, con salacot y camisa por fuera, que defiende la dignidad del pueblo frente a una élite americanizada9. En los dibujos y caricaturas se va haciendo reconocible la personalidad de este pobre pero honrado filipino que, frente al atropello de los tiempos, trata de sobrevivir con dignidad.
…..Otra figura representativa de estas primeras viñetas será la humanización de “Filipinas” como dalaga en vestido de María Clara, muchas veces encadenada y suplicante frente al Tío Sam o símbolo similar, como puede verse por ejemplo en la portada del libro Patria y Redención (1914) de Zoilo Hilario10.
…..Al filipino solo le quedaba la honradez, o la picaresca, para sobrevivir al proceso de americanización de las islas, y las viñetas cómicas de los años veinte y treinta dibujarán ese personaje espabilado y oportunista, kapal ng mukha y caradura, que ridiculiza la élite, pero ansía ser como ellos. Serán las características del personaje de Kenkoy, como también las de otros, así el sangley Huwapelo (1933) por J. M. Pérez, o Bing Bigotilyo, el primer gran personaje dibujado por Francisco Coching para la revista Silahis en 1934:
A good-for-nothing opportunist, a young man who resorted to tricks and gags to get what he wanted, a Filipino who sometimes dressed up in modern attires (Hawaiian shirts, wide pants) and spoke in “carabao English”11.
…..Finalmente, y cuando ya se vea la necesidad de transcender la caricatura para dibujar personajes realistas con historias más elaboradas más allá de la anécdota y la crítica, los personajes imaginados lo harán en un periodo intemporal, prehistórico, mítico, cuando Filipinas no existe, cuando sólo hay un edénico mundo de hombres y bestias. Serán muchas los cómics que así comiencen a difundirse, al estilo de Tarzán de los monos: Kulafu (1933) por Francisco Reyes (discípulo de Fernando Amorsolo); y Mara-Bini (1941), Bulalakaw (1946) y Hagibis (1946) por Francisco Coching;

Fig. 4: Kulafu (1933), dibujo de Francisco Reyes y guion de Pedrito Reyes
[Colección de Ken Picardo: <https://www.comicartfans.com/gallerypiece.asp?Piece=1936714>]
…..Con la aparición de estos personajes y el nacimiento propiamente de las primeras publicaciones periódicas de cómics (Kulafu Komiks y Halakhak Komiks), parece como si la cultura filipina tratara de volver a los orígenes, tratara de reencontrar el camino a una identidad escindida y cuestionada por la educación norteamericana (que santificaba el ideario de Washington, la bandera y el inglés12), y una élite incapaz de oponer resistencia que acaba, finalmente, sucumbiendo al síndrome de Estocolmo. Y aquí aparece el cómic como último reducto de esperanza para salvaguardar la idiosincrasia filipina, comenzando por el mito de las epopeyas y el mundo natural, hasta los romances caballerescos de los corridos métricos, puestos ahora en viñetas. Así, algunos de los más importantes artistas plásticos filipinos iniciaron su carrera vinculados al incipiente negocio de la historieta, como Vicente Manansala o Carlos Botong Francisco. De este último es legendaria su ilustración del corrido de los Siete Infantes de Lara. Como tantos otros títulos, y como pronto les sucederá a los principales personajes del cómic filipino, todos ellos acabarán convertidos en películas de cine, en este caso, además, con la dirección y actuación estelar del famoso Manuel Conde13:

Fig. 5: Cómic de Siete Infantes de Lara, con dibujo de Boots, seudónimo de Carlos Francisco
[Pilipino Komiks, 5 de diciembre, 2005: <https://pilipinokomiks.blogspot.com/2005/12/carlos-botong-franciscos-siete.html>

Fig. 6: Cartel de la película Siete Infantes de Lara (1950),
dirigida e interpretada por Manuel Conde
[<https://m.imdb.com/title/tt0791574/?ref_=tt_mv_desc>]
…..Tras la Segunda Guerra Mundial, la destrucción de Manila en febrero de 1945 y la independencia de Filipinas el 4 de julio de 1946, el país cambia radicalmente. Mucho del patrimonio material ha sido destruido, así la arquitectura, escultura y pintura de Intramuros, las películas cinematográficas y los estudios de cine, como la productora Sampaguita. Los centros urbanos empiezan a crecer desenfrenadamente con migrantes de provincias, el urbanismo es precario, el crecimiento demográfico se dispara y el tagalo adquiere categoría de wikang pambansa por la propia fuerza de los hechos. En este contexto Ramón Roces crea en 1947 «Ace Publications», sello que dará forma al modelo de cómic filipino: tamaño y formato americano, en tagalo, al precio de 25 centavos, con fecha y número en la portada, y con historietas por entregas del tipo de personajes ya señalados, entre caricaturas y dibujos realistas. Los principales títulos serán: Pilipino Komiks (1947), Tagalog Klasiks (1949), Hiwaga Komiks (1950), Kenkoy Komiks (1952) y Espesiyal Komiks (1952)14.
…..Aquí comienzan las tres décadas de oro del cómic filipino, con la producción y distribución a todos los rincones del archipiélago de miles de ejemplares semanalmente, siendo un producto cultural leído y consumido por gran parte de una población (recordemos, con media de edad muy joven)15. No obstante, de los millones y millones de ejemplares que circularon, poco es lo que subsiste, por muchos factores, entre ellos la consideración tradicional de la historieta gráfica como subproducto sin valor para su conservación. En efecto, la recepción del cómic se presuponía inmediata, y su consumo rápido, para seguir el hilo de la historia a través de las pocas páginas que se publicaban cada número, para esperar la aparición del siguiente. No se percibía, como en casi ningún lugar del mundo, la importancia artística de unas páginas baratas adquiridas por unas monedas. La nostalgia de los lectores y las colecciones privadas es principalmente lo que ha encendido la reflexión crítica y académica a nivel global, sobre una expresión artística extraordinariamente más sutil de lo imaginado. Ciertamente, y como se demuestra en Filipinas, el cómic hereda todo el folklore oral y la literatura popular de un pueblo, crea nuevos mitos y cohesiona las aspiraciones de una comunidad a través del héroe, proceso que se traslada también al cine y, más recientemente, al videojuego.

Fig. 7: Dibujo icónico de Francisco Coching representando
la batalla entre Lapu-Lapu y Magallanes.
…..En un segundo orden de cosas, una vez relatadas las principales características históricas que dan inicio al noveno arte en Filipinas, corresponde hablar de otros aspectos generales y conceptuales, como la fijación léxica de komik y komikero en lengua filipina para hablar de la historieta gráfica y del creador de historietas o aficionado. Resulta muy interesante lexicológicamente la segunda forma, construida con un sufijo español, como otros extranjerismos en Filipinas, así boxinero. Mientras que de la segunda se ha generalizado en español normativo boxeador, en lugar de boxinero, de la primera se emplea tradicionalmente una perífrasis para hablar del concepto. Es un ejemplo de la riqueza léxica de la lengua en Filipinas, y la actividad viva que el español tiene en el archipiélago, todavía, aunque como lengua normativa sea escasamente hablada. De hecho, comiquero sí se ha desarrollado en otros lugares, como así parece en Chile16. En cualquier caso, comiquero es un filipinismo consolidado desde hace décadas que debería entrar en el diccionario académico17.

Fig. 8: Cartel anunciando el horario del Museo del Cómic en San Pablo
[<https://www.facebook.com/komiksmuseum/>]
…..En Filipinas, gracias al magisterio de Soledad Reyes, nuevos investigadores han prestado atención académica al noveno arte, considerado ya objeto de estudio por derecho. Por la iniciativa de varios de ellos, se pudo conseguir en 2014 tras una larga campaña, el reconocimiento como «Artista Nacional» en la categoría de Artes Visuales para Francisco Coching y, con él, para todo el cómic filipino.
…..Hay que recordar, sin embargo, que antes se había asistido a un largo e inaudito proceso legal en el que la presidente Gloria Macapagal Arroyo había nominado discrecionalmente a Carlo J. Caparas —creador y guionista (pero no dibujante) de exitosos personajes de cómic como Panday o Joaquín Bordado— como Artista Nacional, frente a los dictámenes del Centro Cultural de Filipinas (CCP) y la Comisión Nacional para Cultura y Artes (NCCA), organismos que tenían la autoridad para evaluar candidatos. Tras cuatro años de litigio, en 2013 se falló la sentencia por la Corte Suprema invalidando la nominación de Caparas. Al año siguiente, Francisco Coching fue el primer comiquero filipino condecorado, a título póstumo, con el mayor galardón del país.
…..Por lo demás y, como en otros lugares del mundo, falta un organismo, repositorio, museo o archivo que registre tebeos, cómics e historietas. Gracias a internet, sin embargo, hoy en día aficionados y coleccionistas exponen y difunden públicamente un material muy perecedero que, de otro modo, desaparecería sin dejar prácticamente rastro18. Con este propósito el malogrado Doroteo Gerardo “Gerry” Alanguilan había fundado el primer museo de cómics filipinos, el «Komikero Komiks Museum», en la localidad de San Pablo de la provincia de Laguna.
…..La historia continua con docenas de dibujantes y guionistas publicando un sinnúmero de cómics: Francisco Coching, Alfredo Alcalá, Néstor Redondo, Ernie Chan, Álex Niño, E. R. Cruz, Noly Panaligan, Jun Lofamia, Gerry Talaoc, Rudy Nebres, Adrián Gonsález, Antón Caravana, Lauro “Larry” Alcalá, y un largo etcétera. Muchos de ellos acabaron migrando a Estados Unidos y trabajando como primeros dibujantes o entintadores durante las décadas de los ochenta y noventa para los sellos DC y Marvel, gracias al liderazgo del pionero Tony de Zúñiga19. Después, alguno de los más afamados dibujantes actuales, como Whilce Portacio (creador de Image Comics), aunque nacido en Cavite, ha pasado toda su vida en California. Finalmente cabe mencionar dos gigantes del cómic nacional —como narradores más que como dibujantes— sobre todo por el éxito que han tenido los personajes que han creado. Hablamos de Marcial “Mars” Ravelo (creador de Darna (1950), Dyesebel (1952), Captain Barbell (1963) y Lastikman (1964), de todos ellos se harán varias películas), y Carlo Magno José Caparas.
…..Y la historia puede alargarse mucho más, con el estudio particular de cada uno de los autores, de sus personajes, de sus técnicas y estilos, de sus relatos, de su ambientación, también de la excelente lengua tagala que muchos de ellos emplean, mucho más alejada del registro coloquial de lo que se podría pensar. En fin, se puede hacer estudios sociológicos, literarios, lingüísticos o históricos, empleando el cómic filipino. Se puede estudiar, para nuestro interés, el uso y presencia de la lengua española en ellos, pues es abundantísima, y muestra que, durante esos años de postguerra, la edad de plata de la literatura hispanofilipina, el español seguía gozando de gran prestigio20.
…..Nosotros no podemos alargarnos más, y hay que dejar para otro momento los muchos aspectos que se podrían estudiar21. Hay que volver al propósito de este comentario bibliográfico, que es la presentación en forma de unidad de una serie de referencias que han enriquecido la investigación crítica sobre el cómic en Filipinas, y han recuperado varias de las obras de los más importantes dibujantes filipinos. Lo primero sería recordar la obra germinal de Patricia May B. Jurilla, Tagalog Bestsellers of the Twentieth Century, donde estudiaba en común varios de los más importantes fenómenos de la cultura popular en lengua tagala. Tras un primer capítulo dedicado a relatar una historia general del libro en el archipiélago, desde 1593 a 2003, la obra se centra en la industria de la producción escrita durante el siglo XX en cuatro principales capítulos dedicados a los cuatro fenómenos más importantes: los corridos, las novelas, los cómics y las novelas rosas o de romance.
…..Francisco Coching (1919-1998) es la figura capital del cómic filipino. Aunque poco conocido, su padre fue un extraordinario creador, escritor de novelas en tagalo, dibujante e inventor de verdaderos desafíos para la imaginación. En efecto, Gregorio Coching señalaba que su linaje provenía de los antiguos gobernadores borneos del archipiélago en época prehispánica, y para ello se basaba en el códice perdido de Singhapala. La historia es sin duda atractiva, y merecería ser investigada en el futuro, pues relatos apócrifos de similar naturaleza siempre ayudan a entender la creación mítica de los pueblos, y siempre suele haber algo de verdad en el mito. En cualquier caso, nos resulta ahora más interesante el diseño que hizo Gregorio Coching para consagrar la obra de José Rizal en las diversas ciencias y letras. Ideó una biblioteca, observatorio, academia de arte y laboratorio, que debía alojarse en una monumental construcción del rostro y torso de Rizal. La obra no llegó a realizarse, pero como toda idea visionaria, no habría que descartarla en el futuro:

Fig. 9: Diseño de Gregorio Coching para un centro cultural dedicado a la memoria de Rizal.
[Ernee Lawagan, “Ang Kakaibang Talinong-Sining Ni Gregorio Coching”,
Liwayway, 16 de abril, 2021: <https://www.pressreader.com/philippines/liwayway/20210416/282097754549057>]
…..Gregorio Coching es una figura todavía por recuperar, pero su hijo Francisco ha sido afortunadamente reivindicado y, con él, el valor de toda una familiar de artistas—que sigue después con sus hijas (Lulú y Maridel) y con sus nietos (Marco y Valerie Isabel)— bajo la Fundación Coching, Así, al hilo del interés por recuperar la figura de Francisco, se han publicado varias de sus novelas gráficas, entre ellas la legendaria Lapu-Lapu (1954), en reedición de Atlas, y las dos vinculadas al personaje de Sabas, Ang Barbaro (1952) y El Indio (1954). Igualmente, Vibal reunió en un volumen de lujo la vida y obra de Coching, en edición de Patrick Flores y con capítulos de D. M Reyes, Alice Guillermo, Soledad Reyes y Justino Dormiendo. En esta monumental obra se recuperan imágenes inéditas, y se hace relación de los cómics y novelas dibujados y escritos por Francisco Coching, su biografía y estilo, la historia de la edad de oro del cómic en Filipinas, y las películas que se rodaron con sus personajes. Se trata de una obra esencial para conocer al autor que más contribuyó a engrandecer en Filipinas la historieta gráfica, basada mayormente en temas filipinos y con una estética y sensibilidad que construyó un ideario vernáculo (más cercano a los héroes hispánicos que desafían al poder para hacer justicia), frente al superhéroe con capa y poderes del gusto estadounidense.
…..Llegamos finalmente a la iniciativa que ha tenido la editorial valenciana Aleta, digna de celebrar, de reunir en un único volumen los capítulos dispersos de Voltar, y rendir así homenaje a Alfredo Alcalá (1925-2000). El personaje fue creado en 1963, según el modelo de rey bárbaro que tanto éxito tendrá en Estados Unidos, con Conan o Kull. Alcalá dio una nueva dimensión al relato con dibujos épicos a dos páginas, y un detallismo artístico que rebasaba un productor popular que se consideraba efímero:

Fig. 10: Original a dos páginas de Voltar, con el volcán al fondo, según la forma del Mayón:
[<https://www.tumblr.com/cv-zedricdimalanta/119977752689/on-alfredo-alcalas-voltar>]
…..Gracias a la edición de Manuel Barrero, podemos disfrutar en traducción de Joseba Basalo al español los globos y bocadillos, los diálogos que del bello tagalo pueden ahora leerse en español. Iniciativa única, pues la gran mayoría de cómics filipinos sólo pueden leerse en tagalo, y sería deseable que alguna editorial tuviera en cuenta el interés de esta tradición comiquera para ofrecerla en traducción al español. Queden estas sencillas líneas como invitación a adentrase en el océano que es el cómic filipino, y el interés artístico y académico que ofrece.




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1 Edición moderna de René B. Javellana S. J., Ciudad de Quezon, Universidad Ateneo de Manila, 1990. La obra se terminó de redactar en 1703 y apareció en 1704. El texto se incluía en la obra de Tomás de Villacastín Mang̃a panalang̃ing pagtatagobilin sa caloloua nang tauong naghihing̃alo (1704). De esta obra se harán numerosas ediciones, como la aparecida en Manila en 1846 por la Imprenta de los Amigos del País, a cargo de Feliciano Calvo, y con título Pasiong mahal ni Jesucristong panginoon natin; ang may cat-ha sa uicang castila ang M. R. P. Tomás de Villacastín, sa mahal na compañia ni Jesus; at isinalin sa uicang tagalog ni D. Gaspar Aquino de Belén, en la cual muchas de las páginas tienen imágenes del vía crucis.
2 Jurilla, ob. cit., p. 133.
3 El texto original en español lo publicamos en: José Rizal, Prosa selecta. Narraciones y Ensayos, Madrid, Verbum, 2012, pp. 59-60.
4 Como bien demostró Wenceslao Retana, cuya obra sigue siendo una mina de datos: El periodismo filipino: Noticias para su historia (1811-1894). Apuntes bibliográficos, indicaciones biográficas, notas críticas, semblanzas, anécdotas, Madrid, Viuda de M. Minuesa de los Ríos, 1895. Recientemente esta labor se ha recuperado y publicado en inglés: El Periodismo Filipino, 1811-1910 The First Century of Philippine Journalism, traducción y notas de Jaime M. Marco, anexo The History of the Philippine Press, 1811-1910 por José Víctor Z. Torres, Ciudad de Quezon, Vibal, 2018.
5 Hay que reconocer el gran beneficio para la investigación que se ha producido en las últimas décadas con la digitalización de material de bibliotecas y archivos, también de hemerotecas. A título de ejemplo, en estos momentos se puede acceder en la Hemeroteca Digital de la Biblioteca Nacional de España a los siguientes periódicos filipinos (números digitalizados entre paréntesis): El Amigo del pueblo (410 ejemplares); El Caneco (16); El Comercio (5387); Diario de Manila (3050); El Heraldo militar (242); Latigazo (1); Libertas (11); Noticiero de Manila (5); El Noticiero (78); La Opinión (393); La Patria (6); El Progreso (17); El Resumen (636); Voz de Manila (21); Voz española (40); Balanza mercantil de las Islas Filipinas (1); Cuadro general del comercio exterior de Filipinas con la metrópoli (1); Filipinas ante Europa (33); Memoria sobre la producción de los montes públicos de Filipinas (4). Igualmente, es también extraordinario el material que la Biblioteca Nacional de Filipinas tiene ya digitalizado en «Techno Aklatan», y puede consultarse abiertamente en la página: <https://nlpdl.nlp.gov.ph/TechnoAklatan.htm>.
6 Luego vendrían otros rotativos en otros idiomas de distribución regional: Bisaya (bisaya), Hiligaynon (ilongo), Bicolnon (bicolano) y Bannawag (ilocano).
7 Como luego Alejandro Roces se hizo escritor en inglés, aunque la familia Roces había sido tradicionalmente hispanohablante.
8 Reproducido en Ruby R. Paredes (ed.), Philippine Colonial Democracy, Ciudad de Quezon, Universidad Ateneo de Manila, 1989, p. 48.
9 Véase Pepe Alas, “The origin of ‘Juan de la Cruz’”, El Filipinismo, 15 de febrero, 2020: <https://pepealas.wordpress.com/2020/02/15/the-origin-of-juan-de-la-cruz/>
10 Véase nuestro trabajo “Crónica de Filipinas en la obra de Zoilo Hilario”, Kritika Kultura, 2012, vol. 20, pp. 205-231.
11 Soledad S. Reyes, “The Komiks and Retelling the Lore of the Folk”, Philippine Studies, 2009, vol. 57, núm. 3, p. 394.
12 Cf. I. Donoso, “The Ilustrado’s Orphan: Generational Misrecognition and the Filipino Self”, Humanities Diliman, 2020, vol. 17, no. 2, pp. 1-40.
13 Cf. Nicanor G. Tiongson, The Cinema of Manuel Conde, Manila, Universidad de Santo Tomás, 2008.
14 Reyes, loc. cit., p. 400.
15 Cf. Cynthia Roxas y Joaquín Arévalo, A History of Komiks of the Philippines and Other Countries, Manila, Islas Filipinas Publishing Company, 1985.
16 Fundéu tiene una entrada al respecto: <https://www.fundeu.es/recomendacion/comiquero-forma-valida/>
17 Naturalmente con su ortografía castellana, no con la tagala, al igual que la palabra castila, y no con la desafortunada corrección reciente a kastila, que en algún momento la RAE deberá rectificar.
18 Por poner un ejemplo, podemos ver una colección de portadas de Espesiyal Komiks en el portal ComicVine: <https://comicvine.gamespot.com/espesyal-komiks/4050-26298/>.
19 Puede verse una interesante conferencia al respecto en: Jim Thompson, Alex Grand, N. Scott Robinson, “Seduction of the immigrant: Filipino and Spanish Artists in 1970s American Comics”, Comic-Con International, San Diego, 2019: <https://www.youtube.com/watch?v=Neodl0J_ScM>. La misma fue respondida poco después por Lara Saguisag, en “Labor in the Margins: Filipino Comics Workers in the US Comic Book Industry”, Inks: The Journal of the Comics Studies Society, 2023, vol. 7, núm. 3, pp. 257-276. Se trata de un tema interesantísimo para seguir investigando en el futuro, esto es, la extraordinaria capacidad creativa de los dibujantes filipinos en Estados Unidos trabajando para los principales sellos mundiales.
20 Véase Isaac Donoso y Heidi Macahilig-Barceló, “El español y la historia de la lectura en Filipinas”, en Isaac Donoso (ed.), Historia cultural de la lengua española en Filipinas: ayer y hoy, Madrid, Verbum, 2012, pp. 385-427.
21 Como el análisis comparativo del último vencedor del «Premio Nacional del Libro», la novela gráfica en lengua filipina de Russell L. Molina, Ace C. Enríquez y con título Josefina (2024), y las muchas concomitancias temáticas que mantiene con la novela en español de Guillermo Gómez Rivera, Quis ut Deus.