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Revista Filipina
Segunda Etapa. Revista semestral de lengua y literatura hispanofilipina.
Invierno 2020, volumen 7, n
úmero 2

SECCIÓN HOMENAJE A GILBERT LUIS R. CENTINA III
PDF: El travieso Mundó resulta ser…


EL TRAVIESO MUNDÓ RESULTA SER
UN PERFECTO AGUSTINO


GUILLERMO GÓMEZ RIVERA
Le conocí a Gilbert Luis poco después de conocerle a Federico Espino y Licsi que venía al local y biblioteca de la «Solidaridad Filipino Hispana, Inc.», situada en la Calle de Isabel esquina de la Calle de España, Sampáloc, Manila. Ya no recuerdo el año, pero sería allá por las postrimerías de los años sesenta. Federico, siendo director asociado de la revista sabatina de un diario de los Roces (Saturday Mirror Magazine), venía a verme para aprender métrica española, porque no le bastaba el verso libre aprendido del inglés, y le preocupaba la crítica que hacíamos contra tal “libertad”, calificándola como cosa de “indolentes poetas agringados” que se aproximan a lo que entendíamos por “bazofia”.
….La idea poética debe antes arroparse con las reglas de la métrica, como el caso del pintor Picasso, que antes de “modernizarse” tuvo que cultivar la pintura clásica. Y Federico quedó famoso por sus pequeños libritos de versos trilingües, muy parecidos a los novenarios que se venden en derredor de la concurrida iglesia de Quiapo. Pero Federico no estaba solo en la producción de libritos de poesía, porque tropezamos no mucho después con otro librito de poesías en inglés, pero con una pequeña sección castellana de versos también libres. Y se titulaba: Glass of Liquid Truths (Vaso de verdades líquidas).Y es cuando Federico le trajo a Gilbert Luis para presentármelo en el local de la Solidaridad, una mañana de abril, cuando precisamente me veía honrado por una visita de las frecuentes visitas del gran poeta, historiador, pulcro prosista en castellano, académico de la Filipina y la RAE y conservador de la biblioteca del entonces senador Claro M. Recto, Francisco Zaragoza Carrillo. Y Gilbert Luis le conoció a Zaragoza y a un servidor. Y nuestra introducción se ahondó cuando don Francisco se despidió de nosotros, porque tenía una junta con otro poeta y académico, don Fernando de la Concepción.
….Resulta que Gilbert Luis era un novicio bajo la dirección de los agustinos de Intramuros y yo era, le contaba, “graduado de la Universidad de San Agustín de Iloílo”. ¿Iloílo? Pues Gilbert inmediatamente decía que era de allí, y que su padre, un soldado de la USAFFE (ejército de tierra de EE.UU. en el Lejano Oriente durante la Segunda Guerra Mundial) era oriundo de Calinog. ¿Calinog? Pero si Calinog es el pueblo de origen de mi madre, cuyo apellido es Celo, que también empieza con la misma letra C de su apellido Centina, porque así lo decretaba el viejo empadronamiento de los tiempos españoles. Y Calinog era el pueblo de los originarios Mundó-Calibuganes que siempre estaban biológicamente emparentados, por tener la sangre de un misionero burgalés mezclada con la sangre del chino cristiano Mónico Sinlo, es decir, Locsin de Sinloc. Con ese antecedente puesto por delante, la amistad no podía ser más íntima. De allí, las relaciones entre Gilbert Luis, para asombro de Federico, con un servidor, eran francamente de familia.
….Gilbert Luis era inocente y hasta ingenuo en su forma de expresarse. Era transparente en casi todo y hablaba con la sinceridad y la pureza de un ángel militante que, a veces, le asustaba a Federico. Yo le decía que esa claridad por parte de Gilbert Luis, es parte de su inocencia y que no me extraña si asusta a “pecadores como tú, Federico…”. Y tiene el temperamento de nuestros ancestros Mundó matizada por el del burgalés y el del Sinlo. Por eso cuando Gilbert escribe sobre ciertos excesos “de la curia” no son pocos los que se asombran. Ante este despliegue de sentimientos y temperamento, la única respuesta que Federico nos daba era su risa “de gato que enseña los dientes con el colmillo”, además de la cita famosa del “half devil, half child”… (mitad diablillo, mitad niño).
….Pero la experiencia más memorable que tuve con el ya padre Gilbert Luis Centina fue su travesura de abandonar el convento de los Agustinos en Intramuros y pasarse a vivir con esa orden de curas y hermanos de San Pablo, cuya misión es publicar una revista y libros relacionados a la propagación de la Fe. Gilbert Luis, siendo un buen escritor en inglés, era el elemento preciso que necesitaba esa orden religiosa, propietaria del St. Paul Press en Makati. Fray Gilbert Luis, por así como un año, pasó a reforzar el plantel de escritores de la revista de esta benemérita orden religiosa, pero servidor pensaba que no estaba bien el cuadro que se presentaba, porque después de todo, eran los Agustinos de Intramuros los que le habían formado al padre Gilbert Luis, y no era justo que esta otra orden, por más buena, se beneficiara del trabajo piadoso de Gilbert Luis. Y un servidor se fue a verle varias veces para urgirle que volviera a los Agustinos, donde verdaderamente pertenecía.
….No fue fácil convencerle pero, al final, y de Mundó a Mundó, el padre Gilbert Luis vio en mi la voz de su familia y la de su sangre. Y, cuando un servidor fue a recogerle del convento e imprenta de los Paulinos, bajó las escaleras y tras despedirse del renuente superior, se metió en mi coche. Tras media hora de viaje entre Makati e Intramuros, un servidor buscó al agustino padre Jesús Encinas y le dijo que el padre Gilbert Luis había vuelto. El padre Encinas y el padre Eduardo Pérez, entonces el vicario de los agustinos en Filipinas, y otro fraile agustino cuyo nombre ya no recuerdo, muy sonrientes salieron a recibirle contentos a Gilbert Luis. Y se quedó en San Agustín hasta verse asignado a la parroquia de San José de Iloílo, donde un servidor fue bautizado en 1936, y luego a Estados Unidos, donde completó su ciudadanía americana y finalmente, a España, a ese pueblo vasco, donde escribió más versos hasta el final.
….En resumidas cuentas, el travieso Mundó resulta ser un perfecto agustino, un hispanista defensor del idioma español de Filipinas, un reconocido poeta bilingüe y un santo.