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Revista Filipina
Segunda Etapa. Revista semestral de lengua y literatura hispanofilipina.
Verano 2020, volumen 7, n
úmero 1

ENSAYOS
INVESTIGADORES Y PROFESORES

PDF:
Sony Coráñez Bolton


EL ESPAÑOL FILIPINO-AMERICANO COMO
ÉTICA DE SOLIDARIDAD

SONY CORÁÑEZ BOLTON
AMHERST COLLEGE

Me identifico como filipinx-americano1. Crecí en los Estados Unidos, aunque nací en las Filipinas. La lente a través de la que fui expuesto al español es como lenguaje “americano.” Es decir, el español era un lenguaje que se hablaba a mi alrededor, que formaba parte natural del paisaje americano. Se me hacía más natural que el tagalo o la lengua bisaya que hablaba mi mamá en casa. Sin embargo, como niño de color en un país mayoritariamente blanco y protestante, me percaté de las maneras en que la diferencia racial y sus jerarquías de evaluación formaban la percepción sobre las personas que no hablaban en inglés. En vez de distanciarme de esta negatividad, decidí tratar de entenderla en sus diversas manifestaciones.
….Como estudiante de español quería exponerme a modos de pensar y campos académicos que fueran conscientes de las realidades demográficas y cambiantes de los Estados Unidos, un país que privilegia su identidad como una nación de inmigrantes. He vivido en las ciudades de San Francisco, CA., Chicago, IL., y Milwaukee, WI, Tucson, AZ. y Amherst, MA. Aunque estos lugares quedan en lados opuestos de los Estados Unidos, todavía y con mucha claridad uno se da cuenta de la influencia, la historia, y la formación comunitaria de migrantes de países hispanoparlantes mayormente de América Latina o el Caribe. Así que la política de inmigración y las lógicas raciales han esculpido los significados de los vocablos en español que me propuse estudiar como aprendiz asiático-americano. Inicialmente no me di cuenta de mi propia identidad como sujeto “hispanizado”, ni siquiera sabía de la historia del colonialismo español en las Filipinas. La sombra de la americanización no solo indicaba y fomentaba un deseo de asimilarme como persona que compartiera los modales identificados plenamente como “americanos”, sino que también aseguraba la omisión compulsiva de la historia compleja de las Filipinas como lugar que formaba parte, aunque inquieta y tal vez inestablemente, del mundo hispano.
….En fin, aprendí español para solidarizarme con los hispanoparlantes y personas latinas de los Estados Unidos, no como persona que compartía parcialmente el mismo, aunque distinto en orientación, patrimonio. Es decir, no veía el español como lengua propia que estaba rescatando del olvido colonial. Era una lengua que pertenecía a otras personas y mi elección de aprenderla era un intento de entender a esas personas a las que consideraba distintas a mí. El sentimiento de la solidaridad, entonces, es lo que me inspiró más profundamente, en vez de ver el español como un medio para recuperar una herencia hispana de la que fui desposeído. Sé que diferentes filipinos hispanoparlantes tal vez se sentirían de forma diferente; solo me corresponde contar mi versión de la realidad y la manera en que entiendo la carga política que lleva el lenguaje español en los Estados Unidos donde se está experimentando un derechismo revanchista cuyo centro de gravedad es la frontera compartida con México. Yo no sufro la misma carga política de ser hispano o latinoamericano en los Estados Unidos con respecto a la frontera como otros; estos significados de marginalización no me impactan físicamente de la misma manera. Es decir, mi cuerpo no “se lee” como hispano o hispanizado, aunque la historia colonial de las Filipinas se opusiera a tal lectura. No obstante, parte importante de mi formación y mi relación con el español es incluso determinar cuál es el patrimonio conllevado en ser filipino hispanoparlante.
….Como profesor de español y Latinx Studies en los Estados Unidos he tenido varias oportunidades de enseñar a estudiantes que han sido expuestos en casa al español sin tener la educación formal en el lenguaje, la etiqueta sociolingüística que se les pone a ellos es “heritagelearners”. Normalmente tienen una fluidez tremenda con el idioma y conocimientos culturales no compartidos por otros alumnos, pero, quizás irónicamente, su conocimiento de las estructuras formales del lenguaje no se asemeja a los otros estudiantes no latinos que aprenden por puro estudio. Históricamente en los programas de lengua existía la tendencia de “corregir” a esos estudiantes con el fin de moldearles para que se conformaran con un estándar predeterminado de un latinoamericano o español que se hubiera educado en y por la lengua castellana. Notablemente se ha criticado este tipo de enseñanza por no respetar el conocimiento y la experiencia efectiva que estos estudiantes ya traen al lenguaje.
….¿Qué tipo de heritage learners somos los filipinos? Normalmente un filipino no puede contar con la misma exposición al idioma español que un estudiante latino/a. Sin embargo, reconocer la historia compartida de los latinos y los filipinos posibilita considerar dicho patrimonio de forma inclusiva como reflejo de la complejidad cultural. El fin no es inclusión en el marco de la “latinidad” o la “hispanidad” sino la promoción de una ética de la solidaridad a través de la diferencia.
….Como profesor filipinx-americano de español todavía tiendo a entenderme como si fuera un outsider, un extranjero que viene a enseñar la cultura latinoamericana, latinx, o ibérica como aprendiz humilde y entusiasmado. Con frecuencia tengo la tendencia de poner los conocimientos culturales de mis estudiantes hispanos por encima de los que yo traigo. La humildad es importante para facilitar el intercambio fructífero para repensar las mismísimas rúbricas que pretenden explicar con profundidad de dónde somos y adónde vamos. Lo inaudito para cada uno de los estudiantes de español que he formado es tener frente a ellos a un filipino difundiendo el lenguaje de Cervantes como sistema de signos tan íntimo, pero a la vez tan ajeno de las Filipinas y que ellos mismos desconocen. Irónicamente enseño textos hispanofilipinos a estudiantes de español quienes no solo tienen que dominar el contenido sino también confrontar la ironía suprema de que estas literaturas representan un núcleo textual al cual los mismos filipinos generalmente no acceden con el mismo nivel de profundidad salvo por la traducción. ¿Qué quiere decir exactamente cuando una literatura nacional está escrita en un lenguaje que no refleja el paisaje lingüístico del lugar que presupone representar? ¿A qué conclusión podemos llegar sobre esta incongruencia?
….Esta incongruencia es un lugar exultante para mí. En vez de resolver o solucionar esta contradicción, yo sostengo que este hecho es lo que da valor inigualable al estudio filipino de español. Siendo extranjero íntimo a tu propia cultura ofrece una perspectiva marginal que puede iluminar el centro con una claridad que hace avanzar el proyecto colaborador de los estudios sobre y en el español. Es una experiencia de desubicación con la que me he sentido yo y es una herramienta crítica que utilizo para comprenderme a mí mismo y para que mis alumnos y yo nos comprendamos más profundamente los unos a los otros. Cuando reflexiono sobre el futuro del español filipino, me pregunto: ¿es posible que la América Filipina sea un hogar custodio del español?

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1   En variedades de español en los Estados Unidos y ciertas partes de América Latina, se suele reemplazar la "a" u "o" en sustantivos identitarios que se refieren a una persona. Los ejemplos más destacables son "Latinx" o "Chicanx." Esta tendencia concuerda con el deseo de ser más inclusivo, es decir no presumir la masculinidad (ni la femenidad) como intercambiable con la totalidad de la humanidad. Más controvertible, es la crítica implicada en la "x" del binario de género. Es decir, la creencia que el género existe solo en un binario de varón y hembra en vez de en un espectro diverso y complejo. Algunos "Filipinxs" en los Estados Unidos han adaptado un uso semejante. Su uso aquí refleja mi propia identificación y no debe ser entendido como la manera en que todos filipinos en las Américas o en las Filipinas se identifican.