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Revista Filipina
Invierno 2019, volumen 6, n
úmero 2

Desde mi duyan…
B
ITÁCORA DE BIBLIOFILIA FILIPINA
PDF: Don Quijote y Fillipinas…



DON QUIJOTE, SANCHO PANZA Y FILIPINAS

RAMÓN QUIÑONERO

En la página 552 de la Crónica del Centenario del Don Quijote publicada bajo la dirección de Miguel Sawa y Pablo Becerra, Madrid, Establecimiento Tipográfico de Antonio Marzo, 1905, puede leerse la relación de los acontecimientos que tuvieron lugar en el ‘extranjero’ con motivo del tercer centenario de la publicación del clásico de Cervantes, celebración de alcance planetario recordando la primera impresión de Juan de la Cuesta de 1605. Precisamente en esa página podemos ver retrato de José María Romero Salas, director de El Mercantil de Manila y promotor de la efeméride en el archipiélago filipino. Desde esta página se van sucediendo imágenes de la celebración en Filipinas, hasta llegar a la 555 en la que se inicia el detalle del acontecimiento:




….Por iniciativa del ilustre periodista, director de El Mercantil, de Manila, Sr. Romero Salas, se celebraron en la capital del archipiélago filipino brillantes Juegos Florales, para conmemorar el tercer centenario de la publicación del Quijote.
….Romero Salas es un periodista que hace honor a España. Fundó y dirigió muchos años en Iloílo —la segunda población del Archipiélago— El Porvenir de Bisayas, diario que alcanzó gran predicamento por lo certero de sus juicios, lo valiente de sus campañas y el sano españolismo que se inspiraba. Dirigió luego El Diario de Manila, decano de la prensa de dicha capital.

[…]

….Con ocasión del tercer centenario de la publicación del Quijote, dio El Mercantil testimonio de patriotismo, promoviendo un certamen literario y artístico y publicando un número-álbum lujosísimo, con originales que honrarían a cualquier publicación europea.
….Los Juegos Florales se celebraron en el Teatro de la Grand Opera House la noche del 27 de Mayo.

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….En efecto, el acontecimiento manileño es, de entre todos los celebrados en el mundo, uno de los más singulares y prolijamente reseñados, explicando el decisivo concurso de Romero Salas para su organización, y la celebración de unos “Juegos Florales” en la emblemática Ópera de Manila, donde hoy en día se levanta un hotel. Se hace relación de los premiados en el certamen, la reina de los juegos y la corte de Amor, estos últimos elementos que amenizaban le velada como un acto propio de sociedad, de la más exquisita sociedad manileña que acudía a un acto literario pero también social:




El notable poeta filipino D. Pacífico Victoriano obtuvo la flor natural por su poesía En loor de Cervantes, y tuvo el buen acierto de elegir reina de la fiesta a la esposa del general Corbin, en la cual se hallan reunidas la hermosura, la majestad y la elegancia.

[…]

También resultaron premiados los escritores y artistas: D. Felipe A. de la Cámara, don Dominador Gómez Jesús, D. Joaquín Pellicena, don Joaquín Herrer, D. Bruno Vilamala y D. Eusebio Santos.
….Igualmente se da imagen de la portada de ese número especial dedicado al Quijote como suplemente de El Mercantil, del que con tan meritorias palabras gráficas y técnicas se habla en la noticia. En efecto, por los detalles de la portada, sería una delicia poder encontrar copia de este número-álbum publicado en Manila en 1905:
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….Pero lo cierto es que, para nuestro interés en este escrito, nos queremos centrar en un personaje del que nada se dice en la noticia aparecida en el libro de Sawa y Becerra. En efecto, Julio P. Hernández (1880-1917) escribió un relato corto para el certamen literario organizado en Filipinas por el centenario de la publicación del Quijote, pero no ya el que tuvo lugar en la Ópera de Manila, sino en la ciudad de Iloílo. Este trabajo, titulado «¿Qué fue de Sancho Panza después que murió el Quijote?» y cuyo lema había sido «Rapsodia», fue premiado con la Pluma de oro.
….Con motivo de la visita del poeta modernista español Salvador Rueda a Filipinas en 1915, se hizo una edición de diez ejemplares de esta Rapsodia: ¿Qué fue de Sancho Panza después que murió el Quijote?, Iloílo, Philippine Baptist Mission Press, 1915.
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….Julio P. Hernández, como genuino representante del espíritu caballeresco, se enfrentó a la invasión estadounidense con las armas y las letras, primero participando en el gobierno local como Secretario de Guerra, y más tarde dirigiendo el periódico ilongo El Tiempo.
….El autor comienza su obra pidiendo excusas a modo de prólogo, para explicarnos los motivos que le llevaron a escribir esta rareza filipina, que como tantas otras cosas, sorprende por su tan genuino casticismo germinado en la perla oriental. La fusión de lo hispánico y lo malayo —llámese hoy astronesio— crean en Filipinas un ambiente que parece irreal, como de otro tiempo y de otro espacio.
….Reproducimos a continuación, tratando de ser fieles con el original, la práctica totalidad del libro, porque resultar casi imposible encontrarlo, y para que el lector curioso disfrute de una de las rarezas más exóticas de la bibliografía filipina:

¿Qué fué de Sancho Panza después que murió el Quijote?

Excusas

Lector: si una rapsodia es una imitación del estilo empiezo por confesar que no me vanaglorio de haber conseguido este objeto; porque en el caso presente había de resultar, por fuerza, anacrónico un trabajo que tratase de remedar, en todo, el estilo de un escritor tan excepcional como Cervantes, que no ha sido igualado ni en sus tiempos mismos, el cual estilo, adaptado á estos tiempos tan diferentes carecería su imitación de la seriedad que se requiere aun para trabajos de rapsodia. Dejo, pues, en lo indefinido el mérito de si se puede ó no imitar el magistral estilo de Cervantes. Mi objeto principal era tomar por asunto al más célebre de los escuderos habidos y por haber, y para esto necesariamente tenía que echar mano de los elementos más congruentes para mi labor, entre los que se incluian, en materia de forma, eso del estilo, el que no pudiéndose imitar en todo lo que es propiamente cervantino, habia que aproximarse al modelo todo lo que la prudencia permitía, de manera que resultase un como remedo hecho en estos tiempos.
….Por eso no extrañe que en medio de la construcción cervantesca que se trata de remedar en la presente Rapsodia haya algún que otro giro modernista que no se halla en el texto del Quijote.
….En cuanto al fondo permítame hacer estas sugestiones:
….¿Se ha sido fiel, en la presente Rapsodia, para la delineación del caracter de Sancho Panza? ¿Se ofrece alguna meritoria novedad en su psicologia? ¿Son originales sus lances aún dentro del espíritu de imitación rapsódica? ¿Es racional su desenlace? ¿Es científica la preparación y momento de su muerte? ¿Están desenvueltos con oportunidad los otros personajes que le rodean?
….Estas sugestiones, y otras no tan importantes, son las que se ofrecen al lector que quiera dignarse hojear esta humilde Rapsodia.

El Autor.
Islas Filipinas, Iloílo 7 de Julio de 1905.





Capítulo 1

….El prudentísimo Cidi Hamete Benengeli para que otra vez no le "avellanen" á su incomparable héroe Don Quijote acaba sus hazañas con la última que no se puede excusar por los mortales, y que, además, por gusto de autores y lectores, parece mandado para todos los héroes que han vivido en las páginas memorables de los libros famosos. Fue así grande prudencia y justo acomodamiento haberle hecho morir, despues de ejecutados valerosos é inauditos hechos; pero de Sancho ¿qué se hizo para que se le desamparase por tan grande historiador, y puéstole de esta manera en más peligros de ser manteado, y vapuleado, y dado de mamonas, viviéndole aun todavia tan grandes enemigos como lo eran sus señorïas el duque y la duquesa, con toda aquella diestra servidumbre de entre la que se señalaban por su afición á Sancho el mayordomo y Pedro Recio de Tirteafuera?
….Imagínese á Sancho sin el amparo del fuerte brazo de su amo y señor, entre las acechanzas de tanta bromeadora y pícara gente que ya ha gustado de las sabrosas pláticas del insigne mostrenco, y de sus deliciosas simplicidades, y verémosle doblemente sebado con el sebo de sus carnes y el sebo de sus incitantes atractivos, en todo instante expuesto, para que á lo mejor no le ocurra un cualquier percance que le tenga suspenso, con tres cuartos de alma menos, subido el hipogastrio, azorado y encogido como el polluelo que se esconde de las ansias del gavilan, sino envalentonado por influjo agobiante del miedo. Aunque ¡pesia á tal¡ que si buena le ha deparado á Sancho en ciertas memorables ocasiones, (como cuenta de inimitable modo el gran Cidi Hamete), la maleante sombra del caballero de la Triste Figura, por el contrario, tan inexcusable compañia, díole de ver al intrépido cobarde, cómo, en casos precisos, sin necesidad de parte suya, se las tenía que entender, bien dolorosa y desairadamente, con los yangüeses, cabreros, y demás malandrina gentuza, no empece el poderïo del tan poderoso brazo de su señor, que era, segün esto, el solo y único motivo implacable de las tales desdichas suyas, las mayores que en su vida tuviera.
….Continuando, pues, en este supuesto descuido del gran Cidi Hamete, conjeturose luego por escrupulosos diligentes, que tan celebrado autor hubo de componérselas de esta manera que decimos, matando á Don Quijote y dejándole con vida á Sancho porque así se manifestara impecable a dualismo que, del principio al fin de su singular historia, llevaran estos diferentes personajes: que si Don Quijote era el espíritu que daba ánimos á sus empresas, Sancho era la materia que se arrastraba y apegaba á aquel espíritu: y pues que por ley natural habia de llegar el término de aquella florida existencia de dos en uno, podía, en llegando la hora, irse el espíritu á las regiones que son su asiento inevitable y quedarse la materia sobre la faz de la tierra en cumplimiento de otros inexcusados destinos.
….Conque puestas así las cosas ¿qué mucho que el duque (según averiguaciones hechas sobre estos extremos) dando por terminada la aúrea historia del Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha y su sandio y ocurrente escudero Sancho Panza, tomose por su cuenta dar ocasiones para que se hiciera otra, dentro de los posibles, referente solo á Sancho, y con él la del Rucio y Rocinante, tristes despojos del sublime idealismo del loco cuerdo?
….Y fué que pasados seis meses que Don Quijote bajó á otra cueva mayor que la de Montesinos, aunque de entrada mas chica, el duque y la duquesa enviaron una como especie de embajada al lugar de Sancho, para Sancho, con objeto de saber nuevas y hacer un tanteo de los ánimos del que fué escudero y gobernador. Era principal de esta embajada el mismo mayordomo que se supone hizo de Merlin en la trama del desencanto de Dulcinea, y luego fué la condesa Trifaldi en la comedia de la dueña Dolorida, y todavía mentor de Sancho en el gobierno de la ínsula; estaban de acompañamiento el médico Pedro Recio de Tirteafuera y el mayor de la cocina del duque, el mismo que iba tras de Sancho, con una sartén, el dia que fué de lavatorios de barbas en el comedor.
….Cuando llegados los tres al frente de la casuca de Sancho, sobre caballos de buen porte y ricos jaeces, no muy cansados, á pesar de la ochentona de leguas recorridas, hablaron sobre el modo de la presentación ante su señoría el gobernador; y en esto estaban, cuando la curiosidad de Sanchica, que por el rumor había acudido al portar, les dió la oportunidad de preguntar por Sancho. Sanchica, en contestación, les rogó que se esperasen; y con vivaz paso entrose luego.
….Poco después asomábase su padre en una de las ventanuelas, enrolladas las mangas del chaquetón á los codos, y enrojecidas las manos de sangre, al modo de un matarife de oficio. Sancho que reconoció á los forasteros, dió tal risa, que puso en sorpresa á los de la embajada dejandoles como desconcertados. Tan es así que no acertaron palabra para expresarse.
….Sancho acudió primero diciéndoles: ¡Oh¡ hide-puta; Bien vengas mal si vienes solo; Si no quieres caldo, taza y medio; Tírate allá, culinegro, no me tiznes. Entren sus mercedes sin miedo, que en casa de Sancho, ni se lavan barbas con manteca de sartenes, ni se dá de mamonas á nadie, ni se mata de hambre á los gobernadores de ínsulas, aunque estos sean mas borregos que yo el Sancho. Suban que ando en ganas de saber del duque y la duquesa, y de mi ínsula, y de mi Doña Rodríguez, y de todas aquellas malaventuradas dueñas que hicieron de mí un avispero con sus pellizcos.
….Continuaba Sancho en esta retahíla, y la embajada atravesaba por un lado de la casuca y subía un escalón de cinco tramos. Pasada una pequeña terraza, penetraron en la estancia donde estaba Sancho poniendo en orden las vasijas llenas de sangre y carne picada, y donde estaban también Teresa y Sanchica arreglando las tripas para hacer el embutido.
….Decía Sancho: Llegan vuesas mercedes á tiempo de comer el cerdo más flaco de mi corral; pero era güeno; como que por serlo, están agora mis probecicas cerdas más tristonas que yo que he perdido el principal de mi ganadería. ¡Oh¡ en mi ínsula, sí que me hubiera hecho de marranos ejemplares, tan lindos, vamos al decir, como su merced el señor Tirteafuera; y perdonen mi comparanza, que ya saben mi costumbre, y mis flaquezas, y mis deslices de pico. Sancho soy y Sancho he de ser, bien que no simplón como en tiempos en que iba á la danza con el Quijote; porque han de saber, que el que fué mi amo, me dejó, ansí mismo, al morir, el buen pesquis que le avino cerca ya de la agonía.
….Buen Sancho-dijo el mayordomo, mientras se acomodaban en una banqueta sus dos compañeros- si estáis de buen humor, tomad este regalo que os envía su señoría la duquesa.
….¡Oh¡ buena señora:-dijo Sancho tomando el objeto- pero ó soy un sandio ó nada sé de que sirve esto. A ver, tú, Teresa, que eres mujer, á ver que chirimbolo es este que me envía su señoría la duquesa.
….Cogió el aparato Teresa y dábale vueltas y más vueltas, hasta que Sanchica, en vista de que su madre no se salía de la misma maniobra, metió también mano, con tal suerte que cogiendo por una especie de totón que había en uno de los extremos del pequeño cilindro, vió que se alargaba el aparato; aquel botón estaba unido al pistón del émbolo.
….Y esto ¿para qué es servido? -preguntó Sancho señalando un canuto que casi le apuntaba a él, y que estaba en el extremo de un cañoncito de metal flexible.
….Pues eso, amigo Sancho -respondió el mayordomo- es lo más lindo que ha descubierto la ciencia en estos tiempos. Habéis de saber, amo mío que fué y señor de la ínsula, que el gran mecánico y astrólogo y alquimista Monsieur Lavativatore ha descubierto ese aparato hace nada más que un mes; y siendo amigo del duque mi señor, el tal monsieur, enviólo como delicado obsequio á su señoría; la duquesa, que lo vió y supo, por carta adjunta, que tal chisme era ¡oh amigo Sancho¡ para beber deliciosamente el vino en vez de la incómoda bota, no perdió tiempo en enviarnos aquí á los tres para entregar á su merced esa maravilla del siglo, pues bien saben sus señorías que en cuestión de catar vinos es su merced uno de los más famosos de esta época.
….Dícese que Sancho bizqueó un poco al saber que aquello era para beber vino en vez de la bota. Quedóse mirando el aparato; y sintiéndose luego con ganas de echarse un remojo á la garganta por medio de aquella nueva bota encanutada, advirtió al mayordomo que le enseñase cómo era el manejo de aquel regalo de la duquesa.
….Solícitamente cogió el mayordomo el chisme, llevólo á una mesita, pidió agua para hacer el experimento, é hizo todo lo demás de modo que sacó del canuto un chorro finito que le puso maravillado á Sancho.
….Pues ahora venga el vino -díjole el mayordomo. Se trajo el vino; y Sancho, con una devoción no imaginada, recibió el chorrito, entornados los ojos, de modo que no pudo notar las caras, apremiadas de risa, de Tirteafuera y el mayor de cocina. El mayordomo, en nada se inmutó, como tampoco se había alterado haciendo el papel de Merlin y de Trifaldi.
….Pues se acabó el chorrito y Sancho se relamió de gusto.
….Se supo después que, antes de partir para la embajada, el mayordomo estuvo dedicado en hacer ensayos en presencia de los duques para poder dar al chorro la fijeza necesaria; lo que se consiguió mediante afanosos ejercicios de pulsación.
….Pues esto, amigo Sancho -dijo después el mayordomo- nada es en comparación con el gusto que habréis de recibir, tomando, por este mismo aparato, unos nuevos compuestos de vino que un portentoso químico ha enviado al duque. Si gusta su merced, á la luz del alba partiremos mañana, que el duque debe de estar en muchos deseos de que lleguemos ya.
….¡Voto va á cribas¡ -respondió Sancho- que merced ó no, si para volverme al castillo de sus señorías me habían de llevar tal médico y cual mayor de cocina, como estos mis señores, malhaya sea mi extremado gusto por ir allá á catar esos vinos que envía al duque ese mico que decís vos.
….No mico, amigo Sancho, sino químico -dijo el mayordomo- y por cierto que si conmigo han venido estos señores, débese á órdenes del amo que les manda vengan aquí á hacer con su merced las paces para que no hayáis ningún temor en ir á platicar con sus amigos los duques y catar esos nuevos vinos que agora ha recibido.
….S.--En esa manera, sí me place en marchar mañana, pues danme á las mientes que aún no les he mostrado gratitud á los señores duques por el bolsón de escudos que me dieron la vez última que dejamos el castillo. Ea, pues, honremos la mesa y después á descansar; que mañana, con la buena de Dios, seremos servidos de andar por esos vericuetos, supongo que de mejor modo que cuando yo y el Quijote anduvimos en busca de aventuras tan desventuradas.
….Más, á propósito del Quijote, que en su gloria eternamente descanse -dijo el mayordomo- sepa su merced que el amo nos ordena también le llevemos al Rocinante, pagándole por el precio que se ajuste en legal venta.
….¡Oh¡ al Rocinante -dijo Sancho- llevole de aquí, por buen precio, un gitano que debió saber por cuentos, ó leído, lo que fué de su historia.
….Pero el Rucio ¿lo traeréis? -preguntó el mayordomo.
….Sabed que sin el Rucio no soy galgo corredor. Y agora, á comer, que después tengo de dar el pienso á mi asno.






Capítulo II

….La luz de las antípodas comenzaba á desbordarse por el horizonte de aquel lugar cuando ya estaban en faena de marcha los tres y Sancho, que fué el primero en encajarse sobre la albarda puesta al Rucio.
….Teresa y Sanchica, formando grupo con los viajantes, no estaban desconsoladas por la marcha del marido y padre; que bien sabían, que de aquella hechura, las cosas no podían ir tan mal como cuando se trataba de romperse la crisma, ó algo más, por gracias y desgracias de las malandanzas de D. Quijote.
….Conque marchando y al avío, dejémosles que pasen por Argamasilla de Alba, Campo de Criptana, y El Toboso para hacer noche en La Hinojosa. Por este trayecto Sancho se despachó á su gusto haciendo muy sabrosos comentarios de los pasajes en que los lugares recorridos daban ocasión para referirlos; todo lo que les daba á la embajada gran contentamiento, y también extrañeza de verle a Sancho muy otro e cuando iba con D. Quijote como escudero.
….En la venta donde sucedió la aventura de los títeres del maese Pedro habló Sancho de esta guisa: ¡Oh¡ bobo de mí que habiéndome sentido con tanto valor cuando el Quijote repartió y tiró de mandobles contra los muñecos del maese, que no era otro que ese landrón de Pasamonte, no le diera yo á este con una buena que le pasase de parte á parte, y así, salvado hubiera á estos lugares, y á mí que me tiene de reojo por el desquite que le hice del Rucio, de un peligroso salteador, con sólo un golpe que, como dad en aceso de lucura, no habría quien que me pidiese cuantas porque diría que fué el Quijote quien le asó por los costados. Agora Ginés, hace de esta capa el sayo que peor le place.
….Pasaban por el sitio do ocurrió la aventura de los frailes y el vizcaíno, y Sancho dijo: Aquí, aquí de la ocasión que con más gusto arriara de palos á mi amo si no llega á ser la pelea de solo a solo con el vizcaíno. ¡Vade retro¡ que más que del dolor de palos que me diera aquel cabrón de acompañante de las damas, quejábame del poco caso que á las súplicas de aquellas señoras hacia el Quijote, que tanto se daba de caballero.
….Pero el gran Quijote -díjole el mayordomo- no era bien que rehuyese el combate singular á que le obligaba el malandrín del vizcaíno.
….Eso será -respondió Sancho- pero mal que me pese, me hacía torceduras aquella grosería, mas al caso que una de las señoras tenía muy bien mirar y muy bien decir. ¡Oh¡ pero donde de buenas me despaché en esto de palos fué allá por los campos de Argamasilla cuando yo y el Quijote las hubimos con una tropa de mercaderes; dábalos yo al principio contra los mercaderes, pero aluego que non podía más, dábalos al mismo Quijote, á ver si así me dejaban en paz los contrarios.
….Por Belcebú -dijo aquí el médico Tirteafuera- cosa tal no he leído en nuestra historia ó en la del Ingenioso Hidalgo.
….Y el mayordomo replicó -eso es un embuste, Sancho, y no es bien que falséis tan lindo relato de aquella aventura.
….No es eso -respondió Sancho- no miente el historiador ni menos yo; porque fué que como después de los primeros envites daba los palos á ciegas, sentía que algunos caían sobre mi amo, pues decíame ello el sonido de hierro que del golpe salía; y aquí en mis internos, lo digo sin mentir, no me arrepentía de que el palo fuera torpe que diera donde no debiera dar. ¿Hanme comprendido vuesas mercedes?
….Y de Dulcinea, puede su merced decirnos ¿qué fué después? ¿estaba ella, en verdad, encantada, cuando la vió su merced, ó no lo estaba, ó al fin se salió de sus encantos por el remedio de los azotes?
….¡Rencontra¡ -exclamó Sancho- ¿qué había de salir del desencanto si creo que non ha salido siquiera del vientre de su puta madre. Yo las compuse montada en asno; luego dijeronme que en verdad estaba encantada. Yo de todo creí; pero después que me vide con Sansón Carrasco y este me dijo que el Caballero de los Espejos era él mismo en persona, y no otra, como creía mi amo, ¡tate¡ me dije, ¡gracias que fui listo en darme las azotes por los sitios en que me menos me dolieran¡






Capítulo III

….Continuada la ruta por Villar del Saz, Cañaveras y Peñalen, con poca diferencia de la que llevase el Quijote en su tercera salida, todo le iba á Sancho á pedir de boca en cuanto á repuestos de bucólica. Empero en el camino, Sancho fué de parecer que se tomase el vino por la bota, porque en caminatas servia mejor que otro utensillo cualquiera.
….Andando á más andar, llegaron á Daroca sin percances, pero ya en la campiña hacia el Este del rio Huerva, fueron con destreza y convenio los tres sirvientes del duque lanzando á trote largo sus caballos de modo que obligaron á Sancho á que apresurara tambien el paso del Rucio. No andaron en esta forma un cuarto de legua, y Sancho, que iba muy á la zaga, rogó á gritos que se enfrenasen, que él no podía más porque el vientre se le iba á un lado y á otro sin poder aquietarlo. Y á fé que si Sancho tuviera más conocimientos de aquellos lugares, y no temiera encontarse con el travieso Gines de Pasamonte, que como se ha dicho, andaba de correrias desde que se le desbaratara el retablo por virtud de la indomable acometividad de Don Quijote, Sancho, ó parara ó volviera para atrás. Los tres que calcularon que el traido y retraido escudero no podía más con su alma y cuerpo por tanto ginetear, pararon sus caballos para esperarle; y Sancho que los vió ya aquietados amainó el paso del Rucio, y diz que vertió lágrimas de afliccion porque se sintió magullado como nunca en su vida escuderil.
….Al llegar cerca de sus desatados compañeros, dijo: Malhaya sea mi ventura, que por ir á catar esos vinos del duque había de hacer estos meneos que no había para qué si vuesas mercedes, como buenos cristianos, no dejaran a los diablos entar por esos malditos cuerpos que tan vivos parecen.
….¡Oh¡ amigo Sancho---le dijo el mayordomo---ganarás el pan con el sudor de tu frente, ganarás el vino con el sudar de tus posas.
….¡Por la bota de la duquesa¡---respondió Sancho---pero no con saltos de pelota como los que diera sobre la albarda del Rucio.
….Pero apacíguese---amigo Sancho---que ya entramos en los dominios del amo. No diga el duque que le trujimos sin ganas, porque perdería las suyas en regalarle y festejarle como tiene pensado.
….S.---Eso lo veremos.






Capítulo IV

….Sancho se presentó al duque sin la arrogancia de cuando iba en compañía de Don Quijote. Acaso fuer así porque no viera el esplendor de aquellos tiempos en que se tributaba al héroe del día todo aquel lujo decorativo que aún pasmara á la misma gente alta y linajuda.
….El duque y la duquesa, despues de preguntar á Sancho por la salud de su familia envolvieronle en preguntas y repreguntas sobre cosas y casos ocurridos á el y á Don Quijote, á las que Sancho fué respondiendo con algo más de sentido natural que en las veces que con Don Quijote permaneciera en tertulia con los duques.
….Transcurrido un buen rato en estas pláticas, se le llevó á Sancho á una estancia donde había preparada una mesa, igual á las puestas durante el gobierno de la ínsula, pero con el imprescindible Pedro Recio á la izquierda de la cabecera.
….No poca congoja le vino á Sancho al ver al tirano médico otra vez en el preciso momento en que las ganas de comer le tenian tan mal trecho interiormente, como exteriormente el zarandeo de la cabalgata de aquel dia. Pero con grande sorpresa suya Pedro Recio le dejó servir, con abundancia, del primer manjar, sin decirle ni hacerle hada.
….Lo mismo fué á la segunda. A la tercera le traen una gran fuente con un muslo de oveja hermosamente asado y puesto en un abundante caldo que, de cristalino, fué motivo de la curiosidad de Sancho. Provisto de trinchantes la fuente, vá el mismo Tirteafuera á rebanar unas lonjas y se las sirve á Sancho, con caldo rebosante hasta los bordes del plato; y cuando mas atento estaba Sancho viendo aquella operación, metida la cabeza por encima del plato, coge disimuladamente el médico, de un sirviente, una mecha prendida, y con presteza pone en contacto con el caldo, que, como era espíritu de vino puro, inflamóse tan presto que á pesar del brinco que diera el pobre comensal no escapó de la chamusquina ni la barba ni las cejas ni parte del pelo de la frente.
….¡Oh¡ con denuedo quijotesco arremetiera Sancho contra el odiado médico á no ponerse este en defensiva con los dos poderosos trinchantes que habia tomado de la mesa.
….Como gritara Sancho en el instante de la explosion y como á su vez los duques y su servidumbre se hallaban en acecho acudieron luego sugetando á mas no poder la risa que les retorcia por dentro.
….Sancho que vio al duque fuése á él con paso presuroso á decirle: Señor: vuesamerced que sabe en lo que sirve la justicia haga con este ganapan un recio escarmiento, así que otra vez no haga en mi otro desaguisado como el de agora que hame guisado las barbas con caldo de agua del infierno.
….Contestóle el duque: No os enojeis, Sancho amigo, que eso que habeis visto no ha sido tal desaguisado sino costumbre en las mesas de la aristocracia; eso que os han dado se llama: plato “á la quema”.
….¡Cien mil rucios¡---exclamó Sancho---pues griten ¡fuego¡ antes de servirlo.
….El duque y la duquesa rieronse un buen rato, despues del cual hicieron traer los famosos vinos de los que contaron maravillas á Sancho. Pero Sancho, mas que escamado, escaldado, decía nones---Mi bota y nada mas aunque me acaben de quemar todos los pelos del cuerpo.
….Viendo el duque su tenaz negativa hablóle de otra cosa diciéndole: Buen Sancho, sabed, si non lo sabiades, que despues de la vida gloriosa que Don Quijote y vos hicieran juntos en el mundo es tanta la fama que han adquirido vuestros fechos que en todas las partes de la tierra hay estremados deseos de saber de la vida que llevais desde que Don Quijote descansa en el hoyo sin hoyo de la sepultura. Hoy mismo tengo recibido una carta de muy lejano pais por la que se me pide me entienda con vos en proponeros un oficio, muy de vuestros gustos, á lo que entiendo. Es el que escribe un nuevo Quijote, de menos ansias que el que se nos fuera, aunque de muchos mas posibles para aventuras en que el dinero hace influjo; vos le habeis de servir como escudero guarda de monedas, que sabe es mucho el tino que Dios os ha dado para haceros de cuartos en habiendo ocasion. Mañana mismo yo marcho para ese pais; conque si le place, presentaros he al nuevo caballero que solicita vuestro servicio.
….Buen señor---respondió Sancho---murió el Quijote y es lo justo que Sancho Panza, el escudero, acabe con él; que magüer pobre es hidalgo y nada amigo de servir á quien quiera que fuese, máxime afuera de las Españas. Digole señor, que como el cielo quiera, de vuelta de esta jornada no hay suceso que ni á mí ni al Rucio nos saquen de nuestra aldea. Como lo digo, señor, lo juro. Esta es la cruz, este el beso. Paréceme que Dios hame hecho ver los fuegos del infierno en aquel maldito plato, y hasta los trinchantes del diablo en los trinchantes de Pedro Recio Botero.
….Viendo el duque el juramento de Sancho, que era, sobre todo, un buen cristiano, como se sabe en el curso de su historia, entrole ciertos respetos hacia él, de modo que no osó decirle nada mas de su proyectada trama, la cual era, segun recientes códices encontrados, un viaje á las Islas Baleares donde habían de verse con el compuesto Quijote, que de otra muy diferente manera habia de ser, y al que por alusion se tenia que poner el nombre de Tio-Sam, haciendole á Sancho creer que las Islas Baleares eran los mismos Estados Unidos, pais del nuevo Quijote positivista, ( á lo Sancho), que despuntaba en el nuevo mundo.
….Aquí el duque no pudo menos de celebrar la sabiduria del ínclito autor Cidi Hamete que, de propósito, dejara al escudero sobrevivir al Quijote, teniendo por cierta la inutilidad de hacerle correr trópicos por esos mundos sin la compañía del Ingenioso Hidalgo.
….A punto de que el duque pensaba en estas cosas, entróse un criado á avisar que en el patio estaban dos gitanos con un rocín, que era, segun estos, el mismo Rocinante de Don Quijote que se daba á la venta.
….Bajaron el duque y Sancho los que al ver al rocín mostraronse extrañados, no de que fuera Rocinante sino de que no habia en él ninguna de las trazas del rocin del Caballero de los Leones. Por lo que el duque dijo á Sancho que él habia hecho averiguar por el mayordomo el paradero del famoso rocin, porque son varias las veces que le han traido ventas de esta naturaleza, y no pocas las cartas por él recibidas en que se manifestaba con regocijo la compra del Rocinante. Paréceme---añadió---que esto es treta de los pícaros chalanes, que por el afán de lucrarse de una novedad dan por Rocinante cualquier rocín flaco: con lo que hacen despacho de un artículo que antes no servía para nada.
….Los gitanos, que ya barruntaban lo que á media voz hablaban el duque y Sancho, no dejaron terminar al duque y se marcharon.
….Y el duque, teniendo que disponer la marcha para el siguiente dia, subió á sus habitaciones acompañado de Sancho, y ordenó que se dispusiera todo para su proyectado viaje, y que se preparasen tres guardias á caballo para acompañar al regreso de Sancho.
….Sancho que oyó lo de “á caballo”, dijo: Suplico, señoria, que los que me acompañen vayan á pié.
….A lo que el duque accedió gustoso, dando en los motivos de la peticion de Sancho.






Capítulo V

….Llegó el nuevo día.
….Sancho se despidió del duque que tambien estaba en disposicion de marchar á Barcelona donde se habia de embarcar para Palma de Mallorca.
….La despedida fue sincera y con cierto dejo de amargura, á pesar de los talegos que diera el duque de regalo á Sancho.
….Dejándole al duque marchar, á la buena de Dios, sigamosle á Sancho que iba camino de su lugar.
….No le ocurrió percance alguno hasta La Hinojosa; pero atravesando por las montañas de este pueblo encontróse con quien temía tanto, ó sease con el salteador Gines de Pasamonte, y cinco hombres mas, que segun todos los indicios, estaban alli en acecho para interceptarle el paso á Sancho.
….A su debido tiempo, Gines y los suyos, surgiendo del espeso matorral en actitud de disparar las escopetas, pidieron la entrega de todo lo que Sancho y su acompañamiento. Acaso no hubiera ocurrido otra cosa que un completo cambio de portadores del bolson de Sancho, si Sancho mismo estuviera en menos apocadísimo ánimo, y uno de sus acompañantes no arrostrara ponerse en actitud de defensa; porque esto hizo que, adelantandose los ladrones, le dispararan al guardia valiente dos tiros que le dejaron en tierra: y Sancho, por el susto de lo que le pasaba, cayendose desmayado del Rucio, hubo tan fuerte ataque de apoplegia que acabó con él en un instante.






Epílogo

….Gines de Pasamonte quiso dar á los guardias del duque algunas monedas para que llevaran el cuerpo de Sancho á su casa; pero los guardias, excusándose del pago y más que por obedecer el mandato de Gines, llevaron Sancho, con el Rucio, cumpliendo así las órdenes del amo que les mandó condujeran á Sancho á su casa.
….Y no hubo más. Casi todos los habitantes del lugar tributaron el último recuerdo á Sancho.
….Tesera, su mujer, que estaba transida de pena, porque Sancho era un buen marido y buen padre, decia á los que venian á visitarle, estando todavía Sancho de cuerpo presente: ¡Oh dolor¡ el último refrán que habia oido de su boca era el “tírate allá, culinegro, no me tiznes,” que dijo al ver á los tres que habian venido á invitarle de parte del duque: y vedle allí, negro como una olla.
      Porque Sancho estaba ennegrecido de resultas de la fulminante apoplegia.

FIN